30 de
diciembre de 2014
Llega
un momento en la realidad de un pueblo en la que es preciso armarse de una
pizca de valor y encararse con la verdad que ha gobernado su existencia – pero
la verdad completa, no solamente la
difundida, la conveniente, la popular, la placentera. Algo tengo que decir al
respecto. La historia del pueblo latinoamericano ha sido regida por una serie
de patrones que nuestros pensadores – periodistas, poetas, historiadores,
novelistas, cantautores, activistas y profesores – han captado repetidamente: la tragedia de la
explotación extranjera y de la traición propia, junto con los invariables
agregados de miserias y complejos que caracterizan el fenómeno del tercermundismo.
Desde
la conquista y la colonización por parte de las coronas ibéricas hasta la
neo-colonización de las transnacionales americanas y europeas de la actualidad,
y desde la tiranía del criollo de la Independencia hasta la clase de políticos
corruptos que dominan los titulares de nuestras fechas, la existencia
latinoamericana ha sido la historia del progreso de una fase de deshumanización a otra más completa, más
arraigada, más insidiosa. Esto ha sido y es un hecho, ha sido y es una
realidad, ha sido y es una verdad – y los pensadores latinoamericanos – periodistas,
poetas, historiadores, novelistas, cantautores, activistas y profesores – han representado estos hechos, estas
realidades, estas verdades repetidamente y a lo largo de siglos, a veces hasta
con singular belleza, mordacidad y agudeza.
Estos
pensadores han retratado, con la destreza de sus palabras y ritmos, en
apasionada voz o en enmelada pluma, y hasta con la vivacidad de un artista
pintor, el retrato desalentado de un continente trágico y traumado a modo de un
ser mítico, de un unicornio, cuya
belleza, delicadeza, e inocencia queda despedazada por las fauces implacables
de las bestias infernales de la inconsciencia, del materialismo, del egoísmo y
del egocentrismo, y que yace ahora impotente y sumiso, desamparado e indefenso,
pero con un sentido hasta soberbio de la presumida nobleza de su abnegado
sufrimiento. Son los ecos devotos de un culto
a la vida en la muerte y al martirio en la vida. Aquí y ahora es cuando
empezamos a toparnos con la otra
verdad latinoamericana, la verdad que sus propias creencias han engendrado en
ella.
Pero
un problema no es un verdadero problema hasta que se califica con una solución.
La muerte no es un problema, es una inevitabilidad:
no tiene remedio. Al contrario de la
muerte, la miseria de Latinoamérica no es inevitable. Es un problema con una solución muy clara y demasiado evidente: la transformación radical del latinoamericano, comenzando por sus
propias creencias religiosas – implantadas por los europeos precisamente para
la perpetuidad de su estado de colonizado.
Hay que comenzar por la influencia que tiene la religión en la cosmovisión
popular, y continuar transformando toda esa serie de aspectos culturales que
derivan, directa e indirectamente de la misma, y que se manifiestan en
principios y valores, en gustos y placeres, en intereses y expectativas, en
relaciones personales y familiares, y sobre todo en la manera en la que
desperdicia su tiempo en distracciones y evasiones.
La
verdad, esa otra verdad que no se
quiere reconocer y que todos tratan de evitar es que, más allá de las
canalladas de las explotaciones extranjeras y de las infamias nacionales, el
problema ha sido precisamente que a los pensadores latinoamericanos les ha
faltado sinceridad razonada, les ha faltado visión, les ha faltado “perspectiva
estética” – esa claridad analítica de la realidad de un pueblo que solamente se
obtiene comparándose con otros más exitosos que han superado o evitado caer en
las faltas del suyo propio. Los pensadores de Latinoamérica han sido muy
diestros en diagnosticar selectivamente
la dolencia – es decir, en identificar solamente una parte del problema que ha acosado al pueblo latinoamericano,
enfatizando en realidad la parte que no tiene solución: la parte que depende de
la bondad de las fuerzas explotadoras, extranjeras y domésticas, y de la
honradez de la clase política corrupta.
Los
pensadores latinoamericanos – periodistas, poetas, historiadores, novelistas,
cantautores, activistas y profesores – también han sido muy acertados a la hora
de identificar la etiología – es decir, el origen, las causas, de un aspecto del problema – pero siempre del mismo aspecto incompleto, de
ese aspecto tan convenientemente ajeno al
único plan de tratamiento viable: aquel que exige como solución la
responsabilidad propia por parte del pueblo latinoamericano mismo. Esperar que quien
se beneficia de tu miseria colabore en tu superación es absurdo, pero es muy es
propio de las masas empapadas de una cosmovisión mágico-ilusoria la cual, aún
en el Siglo XXI, mantiene al pueblo creyendo en la existencia de agentes
fantásticos que habitan dimensiones imaginarias y que van a llevar a cabo
intervenciones sobrenaturales para resolver sus problemas demasiado reales. ¿Acaso
nadie se pregunta – si es que Dios existe, y si es que las oraciones funcionan
– por qué los pueblos más violentados del planeta son los más religiosos
mientras que los más ateos son los más prósperos, seguros, y estables?
Pero
hablando de necios y de sus necedades, es “curioso” para mí, desde un punto de
vista hasta clínico, observar cómo las creencias religiosas han tenido diferentes
efectos en los diversos pueblos de la historia, dependiendo claro está, de la naturaleza de estas creencias y del carácter de esos pueblos. En ciertos
casos la religión ha logrado impulsar a naciones enteras a la cúspide de la
prosperidad mientras que en otros casos ha condenado, también a naciones
enteras, a la miseria. El “mismo” Dios que ha inspirado al pueblo judío a ser
históricamente el más exitoso del planeta, condena al musulmán a ser el más
desdichado. El “mismo” Dios que inspiró en su día a los españoles y portugueses
a conquistar más de medio mundo, hoy sirve igualmente, tanto para ellos como
para sus pueblos conquistados, para mantenerlos tiranizados de mente y acción.
El “mismo” Dios providente que motivó al estadounidense a su sentido del Destino Manifiesto, a alzarse contra la
máxima fuerza imperial de su día (Gran Bretaña) para después dominar todo el
hemisferio americano y finalmente convertirse en la única superpotencia de
nuestra era, mantiene al latinoamericano sumiso y derrotado, apático e
ignorante, soberbio y conformista, y claro está, con el “si Dios quiere”, el “primero
Dios”, y con el “gracias a Dios”
en los labios. Ese “mismo” Dios divide y mantiene al planeta en dos mitades:
los ganadores y los perdedores; los que glorifican la superación de la victoria
y los que adoran el martirio en la pérdida; los que se esmeran en ser
superiores, y lo que tienen “los últimos
serán los primeros” como mantra; los que leen y toman la educación como
símbolo de la prosperidad del espíritu, y los que hacen culto a la ignorancia y
adoración al ocio.
Thomas
Jefferson (1762-1826), uno de los personajes más ilustres y defensores de la
libertad y de la democracia de su época, prócer de la nueva nación de los
EE.UU., autor de su famosa Declaración de Independencia, y tercer presidente
del país (de 1801 a 1809) pronunciaría las siguientes palabras críticas con
respecto a la relación entre la religiosidad y la falta de preparación para una
democracia efectiva que observaba en los nacientes países de Latinoamérica:
La historia, creo, no
proporciona ejemplo alguno de un pueblo plagado de sacerdotes que mantenga un
gobierno civil libre. Esto marca el grado más bajo de la ignorancia de la cual
sus líderes civiles y religiosos siempre aprovechan para sus propios fines. La
proximidad de la Nueva España a los Estados Unidos, y sus consecuentes
interrelaciones, pudieran proporcionar enseñanzas para las clases superiores, y
un ejemplo para las clases más bajas de sus ciudadanos. Y México, [...] pudiera
revolucionarse bajo mejores auspicios que las Provincias más al Sur. Estas
últimas, me temo, acabarán en despotismos militares. Las diferentes castas de
sus habitantes, sus mutuos odios y envidias, su profunda ignorancia y su
fanatismo, serán manipulados por líderes astutos, y los unos se convertirán en
el instrumento para la esclavización de los otros.” [Jefferson
en una carta a Alexander von Humboldt, 6 de diciembre de 1813]
Doscientos
y un años y veinte cuatro días después de que el presidente Jefferson
escribiera sus sabias y proféticas palabras, sin duda podemos corroborar lo
siguiente: Primero que nada, México no ha sabido – ni ha querido – “revolucionarse”, es decir, no ha sabido
(más bien, no ha querido) sacar provecho de su proximidad con los Estados
Unidos al adoptar hábitos y costumbres, creencias y valores que le hiciera más
competitivo con respecto a su vecino norteño – como lo hubiera hecho Japón, por
ejemplo. Segundo, podemos confirmar que la historia sigue sin poder aportar “ejemplo alguno de un pueblo plagado de
sacerdotes” que haya logrado mantener “un
gobierno civil libre". Finalmente podemos concluir que México, al
igual que las “Provincias más al Sur”
– en otras palabras, la América Latina
en su conjunto – precisamente debido a ese “grado
más bajo de la ignorancia”, a esa “profunda
ignorancia”, a ese “fanatismo”, y a “sus mutuos odios y envidias” que tanto define a la cultura, sigue estando
indispuesta para su propia libertad y predispuesta a “despotismos militares” mientras que “los líderes civiles y religiosos” – junto con las transnacionales y
las potencias extranjeras – siguen aprovechándose de esta condición “para sus propios fines”. Y lo peor de
todo es que, tal es su retraso cultural que ningún intelectual Latinoamericano ha
sido capaz de identificar para su pueblo cuál es la verdadera y originaria causa
y consecuencia de sus problemas sociales, políticos, y económicos: su religiosidad.
Al
retratar la actualidad, junto con el camino histórico, trágico a esa
actualidad, los pensadores latinoamericanos han sido los más fervientes
cómplices, quizás inconscientes y a lo mejor involuntarios pero sin duda
culpables, de sellar el futuro del Latinoamericano con la misma “V” de
“VÍCTIMA” con la cual retratan el pasado y el presente. La inmensa mayoría de
los latinoamericanos son gobernados enteramente por sus circunstancias, por sus
miedos e inseguridades, por sus complejos y supersticiones, por sus apetitos y
apegos, por el “pero”, el “no se puede” o el “¿para qué?” Viven, como indiqué anteriormente, con el “si Dios quiere”, el “primero Dios”, y el “gracias a Dios” en los labios. Viven, si
es que se puede llamar a eso vivir, subsisten más bien, de pura ilusión
contentándose con las migajas de las fantasías de hechos y hazañas nunca por
lograr y mendigando un futuro a entidades ficticias mientras que sus familias,
sus comunidades, sus países continúan, generación tras generación, hundiéndose
en el océano de esa mediocridad tercermundista de la cual ellos mismos son otra
ancla más.
Algunos
de estos individuos, digamos los de la clase media, se sienten superiores a sus
conciudadanos puesto que ellos han logrado cierta seguridad económica,
ejerciendo en la capacidad de médicos, ingenieros, abogados, gerentes, o
empresarios. Subsisten cómodamente
gracias al patrocinio de una comunidad a la cual miran con desprecio y desdén,
confiados de su superioridad puesto que, con una mínima de disciplina parental,
han asegurado que sus hijos los sigan representando en su ocupación como
futuros parásitos de su pueblo. Insensibles a la miseria que les rodea,
ausentes de consciencia social – ni hablemos de fervor patriótico – su sentido
de la “moralidad” de su posición por supuesto queda totalmente afianzada ya que
como buenos católicos (o como buenos “cristianos”, como viene a ser la moda hoy
en día) siguen con regularidad hipócrita el calendario religioso de una
institución fundada, en nombre solamente, en la memoria de un individuo cuyo
legado más humanitario fue precisamente la parábola
del buen Samaritano.
La
grandeza de un pueblo no se basa en su devoción religiosa – ni mucho menos en
cuántos conciertos oficia, cuántos partidos de fútbol televisa, cuántos
cantantes internacionales ostenta, ni en cuántas festividades celebra. De
hecho, si la historia nos ha enseñado algo, es que los “dioses” siempre
favorecen al más fuerte, al más aplicado, al más audaz, y no al más “piadoso”
ni al más ocioso; favorecen al más proactivo y no al “bonachón”; favorecen al
más competitivo y no al más “tolerante”; favorecen al altivo, decidido,
asertivo y competente, y no al más “humilde” y sumiso; favorecen al
disciplinado y capaz de encajar en un escalafón de mando, y no al más soberbio,
anarquista y desafiante que rechaza gobierno, formación, instrucción y
jerarquía.
Es
cierto, la mayoría de los hombres son gobernados por las circunstancias. Pero
también, los hay que con su temple y carácter, con su poder de voluntad y con
su voluntad al poder, tuercen esas circunstancias a su favor e inspiran a
naciones enteras a hacer lo mismo.
Es
cierto, hay hombres, la mayoría de ellos sin dudas, que son dominados por sus
miedos e inseguridades, por sus complejos y supersticiones, por sus apetitos y
apegos, con el “pero”, el “no se puede” o el “¿para qué?” constante en la mente que los mantienen sujetos a la
posición en el que esas circunstancias les ha depositado.
Pero
hay otros, inspirados precisamente, necesariamente, inevitablemente por los
pensadores de su pueblo – por sus periodistas, sus poetas, sus historiadores,
sus novelistas, sus cantautores, sus activistas y sus profesores – que son
capaces de romper esas cadenas invisibles, desgarrar esos grilletes
impalpables, despedazar esos muros intangibles y alzarse, como hombres
verdaderamente libres para contribuir, en disposición de sus capacidades, a la distinción
de su pueblo entero.
La
medida en la que estos hombres trascendentes y distinguidos, libertadores de
mentes e inspiradores de masas, han brillado por su ausencia de la realidad del
pueblo latinoamericano es la misma medida en la que nuestros pensadores – por
muy celebrados y galardonados que hayan sido o sean – son otro trágico fracaso
más de la cultura. Esto ha sido y es un hecho, ha sido y es una realidad, ha
sido y es una verdad.
El
deber de Ustedes, los miembros de los medios de comunicación de los países y
comunidades mundiales de habla hispana y de la ausente “clase intelectual”, es el
de tener el valor, con Ustedes mismos y con el pueblo al cual les debe la
honestidad de su información objetiva, de traer esta parte oculta, ausente,
escondida, y desagradable de la verdad a la consciencia de sus lectores.
El
deber mío – cumplido por cierto – ha
sido la creación de la serie “Crónicas de
una Tormenta Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del Mundo
Hispano y la Biopsicofilosofía Cultural” y la difusión del presente
comunicado para ayudarlos a cumplir con el suyo.
Ustedes,
los miembros de las agencias de comunicación del Mundo Hispano, Ustedes (junto
con la no-existente clase intelectual), al considerar el conocimiento que les
comparto, Ustedes tienen que decidir si van a ser parte de la solución o si van a continuar
siendo parte del problema; Ustedes tienen que decidir si van a ser
propiciadores de un cambio positivo y sustentable para sus respectivas naciones
y comunidades o si van a seguir beneficiándose – directa o indirectamente – de
los escándalos correspondientes al status quo, reportando, indefinidamente, los
lúgubres detalles de nuestra corrupción, impunidad, violencia, decadencia y miseria
o si quieren participar en sembrar los precedentes de la conciencia y de la
reforma al iniciar un objetivo debate público sobre los temas que abordo en “Crónicas de una Tormenta Perfecta: La
Narcorrevolución, la Crisis Internacional del Mundo Hispano y la
Biopsicofilosofía Cultura” para algún día poder reportar los gloriosos pormenores
de nuestra justicia, seguridad, estabilidad y prosperidad.
Les
Saluda Atentamente,
Shodai
Sennin J. A. Overton-Guerra
COMENTARIO
Y REPLICA A LA “CARTA ABIERTA” ANTERIOR:
Maestro
Shodai, le quería compartir un comentario que me llegó de parte de una amiga
que a su vez envió su “CARTA ABIERTA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE LOS
PAÍSES Y COMUNIDADES MUNDIALES DE HABLA
HISPANA – Y A LA AUSENTE ‘CLASE INTELECTUAL’” a una tía suya, doctora en
letras. Quisiera saber cuál es su opinión al respecto de lo que dice la tía de
mi amiga. Gracias. Aquí le incluyo la nota de mi amiga seguido del comentario
de su tía, tal cual:
Ahí te va lo que me dijo mi
tía. Ella es muchísimo más letrada que yo, ella sí que es una intelectual, es
escritora, maestra y Doctora en letras:
"Ay, Cala, pos leí la mitad y el
final: cursi y anacrónico. En Ciencias Sociales hay una teoría de la
poscolonialidad que, convendría conocer, así como las teorías hermenéuticas.
Los análisis que presenta el texto son superficiales y lugares comunes, la
crítica, por lo tanto, igual: muy positivista (corriente tan favorecida lo
mismo por gobiernos como el de Porfirio Díaz que por muchos pensadores
marxistas). Por otro lado, cualquiera diría: otro blog?"
“Suponer que se le explicará a la comunidad
hispanoamericana cuál es la verdad… Pos suena a dogma (la hermenéutica
demuestra con sus teorías de la interpretación que no hay una verdad, sino
aproximaciones interpretativas a los hechos); supones que los periodistas y
escritores latinoamericanos son ineptos, pos es una ingenuidad o ignorancia,
pensemos en Juan Villoro, Leñero, Scherer, Lydia, Cacho, Octavio Paz, Fernando
Benítez, García Márquez, Heriberto Yépez, Rodrigo Fresan… Y la lista puede
seguir.
“Suponer que la clase intelectual
latinoamericana es inexistente (Jajajá, Jajajá, Jajajá – Bartra, Beuchot,
Pimentel, Mignolo, etc.) y que el autor dará una clara explicación totalizadora
de América Latina es ignorar las miles de particularidades de cada región,
digamos que es un reduccionismo simplista. El texto no tiene problemas de
redacción, sino de contenido.”
16 de enero, 2015
Maestro Shodai, le quería
compartir un comentario que me llegó de parte de una amiga que a su vez envió
su “CARTA ABIERTA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE LOS PAÍSES Y COMUNIDADES MUNDIALES DE HABLA HISPANA – Y A
LA AUSENTE ‘CLASE INTELECTUAL’” a una tía suya, doctora en letras. Quisiera
saber cuál es su opinión al respecto de lo que dice la tía de mi amiga.
Gracias. Aquí le incluyo la nota de mi amiga seguido del comentario de su tía,
tal cual:
Ahí te va lo que me dijo mi tía. Ella es muchísimo más
letrada que yo, ella sí que es una intelectual, es escritora, maestra y Doctora
en letras:
"Ay,
Cala, pos leí la mitad y el final: cursi y anacrónico. En Ciencias Sociales hay
una teoría de la poscolonialidad que, convendría conocer, así como las teorías
hermenéuticas. Los análisis que presenta el texto son superficiales y lugares
comunes, la crítica, por lo tanto, igual: muy positivista (corriente tan
favorecida lo mismo por gobiernos como el de Porfirio Díaz que por muchos
pensadores marxistas). Por otro lado, cualquiera diría: otro blog?"
“Suponer
que se le explicará a la comunidad hispanoamericana cuál es la verdad… Pos
suena a dogma (la hermenéutica demuestra con sus teorías de la interpretación
que no hay una verdad, sino aproximaciones interpretativas a los hechos);
supones que los periodistas y escritores latinoamericanos son ineptos, pos es
una ingenuidad o ignorancia, pensemos en Juan Villoro, Leñero, Scherer, Lydia,
Cacho, Octavio Paz, Fernando Benítez, García Márquez, Heriberto Yépez, Rodrigo
Fresan… Y la lista puede seguir.
“Suponer
que la clase intelectual latinoamericana es inexistente (Jajajá, Jajajá, Jajajá
– Bartra, Beuchot, Pimentel, Mignolo, etc.) y que el autor dará una clara
explicación totalizadora de América Latina es ignorar las miles de particularidades
de cada región, digamos que es un reduccionismo simplista. El texto no tiene
problemas de redacción, sino de contenido.”
Lourdes,
La verdad no suelo hacer
caso a comentarios de esta índole porque me pasaría el tiempo tratando de
educar a los incorregibles en vez de ocuparme de instruir a los verdaderamente
interesados en aprender – es algo así como echarle perlas a los cerdos. Dicho esto,
en este caso lo tomaré como una oportunidad para compartir una enseñanza a mis
alumnos y aprendices. Comencemos entonces:
Este comentario que me
envías a través de tu amiga es un ejemplo claro precisamente de lo que me
refiero en la “Carta Abierta a los Medios
de Comunicación” en cuanto a la ausencia de intelectuales capaces de guiar
a un pueblo del laberinto de miseria en el que está hundido, y también de lo
que demuestro en "Crónicas de una
Tormenta Perfecta" con respecto a la falta de capital cultural del mundo Hispano – algo demasiado obvio y presente
hasta en sus supuestos “letrados”. (Por cierto, no veo prueba más evidente de
la ignorancia de la mujer que escribir "pos" en vez de
"pues". ¡¿Así es como escribe una doctorada en letras de México?!)
De entrada se ve su falta
de capacidad analítica – repitiendo como papagayo ideas en las que nunca
profundizó pero con las cuales escuda una tremenda ignorancia. Por ejemplo, pon
atención a lo que dice que “la
hermenéutica demuestra con sus teorías de la interpretación que no hay una
verdad, sino aproximaciones interpretativas a los hechos”. Bien, “pos” si
la mujer fuera filósofa se daría cuenta de la contradicción inherente en lo que
ha dicho: ha tratado de establecer la "ausencia de verdad" como una
afirmación que toma a su vez como la verdad misma, contradiciendo su conclusión
de que no hay verdades. Te lo pongo más simple: la “verdad” de la “Doctora pos”
es que “no hay verdades”. Esa es una contradicción. Es como decir “siempre
miento”. ¿Cómo te quedas? Si es cierto que “siempre miento” entonces lo que digo
ahora es una verdad y por lo tanto ya no miento siempre, me contradigo. Por
otra parte, si es mentira que “siempre miento” entonces implica que algunas
veces digo la verdad, de nuevo contradiciéndome.
Ahora aplicando la
analogía: La Doctora nos da como verdad la certeza de que “no hay verdades”. ¿Dónde
está la verdad en una “verdad” que dice que “no hay verdades”? Es una
contradicción. Si no hay verdades sino “interpretaciones aproximadas a los hechos”,
entonces eso mismo de “la hermenéutica con sus teorías de interpretación…” tampoco es una verdad, sino que a su vez
es una “aproximación a los hechos” –
por lo tanto no sirve en absoluto para negar la existencia de verdades. ¿Me
explico? Decir que la única verdad es que “no hay verdades” es una
contradicción congénita del mismo grado que “siempre miento”. No pasa de un
relativismo barato, pero es un claro ejemplo de la falta de preparación
analítica de la clase “intelectual” hispana. Cualquier alumno mío de filosofía
en el Canadá o en los EUA de, digamos tercer año, o quizás de segundo, hubiera
captado eso. Es de cajón. Pero es una forma común entre los académicos
hispanoamericanos sobre todo. Otro ejemplo similar es cuando dicen que “no hay
verdades absolutas”, sino que todas son “relativas”. Pues es lo mismo: acaban
de tratar de establecer como “verdad absoluta” la ausencia de las mismas, inherentemente
contradiciendo su propio enunciado. Enanitos mentales.
El segundo punto al que
quiero que pongas atención es en la forma en la que formula un juicio en cuanto
a lo imposible de lo que me propongo con mi obra sin siquiera haber examinado
la evidencia – ¡de hecho, sin siquiera haber leído el texto completo!: “pos leí la mitad y el final”. ¿Así es
cómo enseña a sus alumnos a formular juicios, sin siquiera haber examinado toda
la evidencia? La “Doctora” dice: “el
autor dará una clara explicación totalizadora de América Latina es ignorar las
miles de particularidades de cada región, digamos que es un reduccionismo
simplista”. Me recuerda a cuando Galileo se quejaba de los “filósofos” de
su época (en realidad teólogos malamente disfrazados), que se rehusaban
siquiera a ver la evidencia tras sus descubrimientos y teorías. Aquí te pongo
la traducción de unas líneas de una carta de Galileo a Kepler al respecto:
Mi
querido Kepler, deseo que podamos reírnos de la notable estupidez del vulgo.
¿Qué tienes que decir acerca de los principales filósofos de esta academia que
están llenos de la terquedad de una víbora y no quieren mirar ni a los
planetas, ni a la luna ni al telescopio, a pesar de que les he ofrecido
libremente y deliberadamente la oportunidad de hacerlo mil veces? En verdad, al
igual que la víbora detiene sus oídos, también estos filósofos cierran los ojos
a la luz de la verdad.
Pero el problema de Galileo
y de tantos otros científicos (“filósofos naturales”, como se les llamaba en su
día) durante la Revolución Científica era su encuentro con la terquedad
dogmática de la Iglesia y de la religiosidad de sus tiempos. Aquí es lo mismo:
aunque no sean necesariamente creyentes o religiosos practicantes, la
mentalidad cerrada a la crítica que requiere introspección y cambio es la misma
– y esto es un atributo cultural, resultado de siglos de adoctrinamiento
católico. Es cuestión de cosmovisión. Hoy en día todas las disciplinas humanas –
incluso las ciencias económicas – están experimentando los resultados de una
gran revolución neurocognitiva que comenzó en el mismo departamento de Ciencias
Cognitivas donde cursé mi posgrado en UCSD. El pensamiento latinoamericano –
por cultura – es tan distante de lo
que se precisa para comprender de qué trata esta revolución que ni siquiera se
molestarán en analizar objetivamente la evidencia que muestro, al igual que los
“filósofos” (religiosos) de la época de Galileo se negaron a mirar a través de
su telescopio. Al menos que un autor indique que va a violar las leyes de las
matemáticas o de las ciencias exactas, solamente una mente cerrada y dogmática
rechazaría de ante mano sus argumentos determinado con sus prejuicios lo que es
o no “posible”. Cualquiera que hable de la ausencia de grandes intelectos en el
Mundo Hispano solamente tiene que referirse a la falta de progreso social,
económico y político del continente. Por sus obras los conocerás.
De nuevo, en cuanto a lo
que me acusa de “reduccionista simplista”
puesto que ignoro “las miles de
particularidades de cada región”, es como decir que un médico también es un
“reduccionista simplista” puesto que, a pesar de las peculiaridades de cada
cuerpo, aplica los principios de la medicina para curar enfermedades humanas.
¿Puesto que cada cuerpo es una ‘particularidad’ significa que no pueda existir
una disciplina que los trata de acuerdo a enfermedades diagnosticables?
Entonces implica que no puede existir la medicina, ni la farmacología, ni la veterinaria,
etc., etc. Cuando Frederick Banting y su asistente Charles Best descubrieron la
insulina, ¿tuvieron que demostrar que funcionaba para curar la diabetes para
todos los diabéticos ‘particulares’ del planeta antes de que se aplicara como
tratamiento estándar? No. Cuando
Alexander Fleming descubrió la penicilina, ¿tuvo que demostrar que curaría
todas las enfermedades bacteriológicas en todos los pacientes posibles antes de
que se comenzara a aplicar para salvar miles de vidas? No.
Habrá muchas
“particularidades” regionales en Latinoamérica, pero los principales problemas
en cuanto a una cosmovisión arcaica común, junto con las consecuencias sociales,
políticas, económicas, intelectuales, religiosas – culturales – correspondientes, son muy similares. El simplista aquí
no soy yo. La Doña habla así puesto que carece no solamente de entrenamiento filosófico, sino de formación científica – y hoy en día, en el mundo
tan complejo en que vivimos, ser un intelectual
precisa de una preparación interdisciplinaria tan amplia como profunda – uno
tiene que ser tan diestro en las humanidades como en las ciencias y como en las
matemáticas. Estamos en el Siglo XXI, y sin ese tipo de preparación
multidimensional simplemente eres un analfabeto. Lo que pasaba por un erudito
en el Siglo XX no da la medida en el nuevo milenio – y la inmensa mayoría del
conocimiento nuevo, que va describiendo, explicando, y creando el mundo en el
que vivimos se produce en la lengua inglesa. Recuerdo incluso cuando estaba
escribiendo mi tesis de literatura latinoamericana que la inmensa mayoría de
los estudios – incluso de aquellos escritos por autores hispanos – se
encontraban en inglés, no en castellano. Quien no maneja el inglés hoy en día
es un alienado del mundo del saber.
¿Pero en realidad, se puede
esperar algo más profundo que resulte de un sistema que repetidamente ha
calificado como el más bajo de la OCDE? (Me refiero claro al sistema educativo
mexicano.) No, claro que no. Afirmar que “no hay verdades” es precisamente ese
tipo de conformismo intelectual, de desidia mental que es contraria y
antitética a la filosofía – y a la ciencia. En ambas disciplinas se buscan verdades – ese es precisamente el
propósito: buscar verdades que puedan servir como fundamentos y cimientos para
nuevas disciplinas – como la medicina, la veterinaria, etc. Al afirmar que “no
hay verdades” sino “interpretaciones” se adopta una postura cómoda que se
subscribe a la mediocridad, y que es causa y consecuencia de toda la
cosmovisión (neo-) colonial. ¿No hay verdades? ¿Qué hay de la desaparición de
los 43 normalistas en el estado de Guerrero? ¿Qué hay de los casi 70,000 niños
– mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, etc., que buscaron
refugio en la frontera de México con los EUA este año? ¿”Interpretaciones” o
“verdades”? ¿Qué hay de las “22 mil desapariciones forzadas, miles de casos de
tortura, más de 70 mil ejecuciones extrajudiciales y más de 160 mil desplazados
forzados” que nos reporta la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los
Derechos Humanos? ¿”Interpretaciones” imperfectas de “evidencias” también? ¿O
“verdades” sobre una realidad devastadora que se está viviendo en
Latinoamérica? El tipo de relativismo al que obviamente subscribe la “doctora
pos” siempre fue despreciado – desde Sócrates hasta la fecha – por la filosofía
por ser lo que es: un sofismo vulgar y corriente. Trata de ganar argumentos
recurriendo a clichés pero sin esforzarse – por discapacidad intelectual o por
desinterés, o ambas – en hacer la labor que se precisa: llegar a esa verdad que
tanto deniegan que pueda existir. Ese tipo de mentalidad es responsable por la
actitud de “aquí no pasa nada”, por la impunidad, por la corrupción. Esa
actitud está detrás del rehusarse a llegar a la verdad de los hechos, de la responsabilidad,
de la culpabilidad, y por
consecuencia de imponer castigos y exigir compensaciones. Por eso efectivamente
nada sustancial cambia: “Los de abajo” siguen estando abajo. Hasta que Latinoamérica no se purgue de esta
casta de parásitos “intelectuales” que contaminan y incapacitan las mentes de
sus nuevas generaciones engendrando en ellas ese auto-derrotismo mental que
caracteriza al “Colonizado” nada
podrá cambiar.
La VERDAD es que ningún
"intelecto" hispano ha llegado
a la suela del zapato de los grandes europeos, a aquellos que han contribuido,
con sus ideas, argumentos, y conclusiones, a formar lo que hoy se conoce como
el Mundo Moderno. El resultado es que la hispanidad tendrá buenos escritores –
gente que maneja de maravilla la pluma o el teclado – pero pobres filósofos:
consecuencia y causa de la falta de capital cultural del pueblo. Simplemente,
ninguno de los “intelectuales” que esa mujer aportó en su lista se acerca a la
grandeza de un John Stuart Mill, de un John Locke, de un Charles Darwin, de un
Adam Smith, de un Hegel, de un Marx, de un Heidegger, de un Kant, o incluso de
un Descartes (por muy equivocado que estuviera en sus ideas dualistas). ¡Es
como si yo le hablara de los Grandes del básquet – Michael Jordan, Magic
Johnson, Doctor J, Larry Bird, etc. – y ella me saliera con nombres de las
cascaritas de su rancho!
Ser escritor no es
automáticamente ser erudito ni mucho menos filósofo. Hay que saber reconocer la
diferencia. Los EUA, por ejemplo, tiene una amplia gama de grandes escritores –
como Mark Twain, Edgar Allen Poe, Henry Longfellow, Jack London, etc. – pero
ningún letrado de monta los calificaría como filósofos, puesto que simplemente no lo son. Eruditos sin duda,
pero eso no los hace filósofos. Y la erudición de un pueblo se nutre en última
estancia de la calidad de sus filósofos.
¡Esa es la tremenda ventaja que tiene Europa con respecto a Latinoamérica! La colosal
riqueza intelectual que es su patrimonio cultural. Hay que comprender la
diferencia entre una obra literaria y una obra filosófica. Cervantes escribiría
la novela más grande de la historia pero en ningún momento el Quijote (obra que
me encanta tanto leer como enseñar) reta tus creencias de raíz, forzándote a
salir de una cosmovisión mágico-ilusoria a una científica-empírica – (de
hacerlo ni el autor ni su obra hubieran sobrevivido la Inquisición), ni tampoco provee una ideología coherente en cuanto a
la naturaleza de la realidad, de lo que significa ser humano, ni de cómo formar
una sociedad más igualitaria, por ejemplo. Eso es lo que se precisa aquí y
ahora en el Mundo Hispano: una metodología de reconstrucción psicológica y
cultural basadas en las EVIDENCIAS CIENTÍFICAS del siglo XXI no en las ABSURDAS
CREENCIAS bíblicas, esotéricas, o “espirituales” anticuadas ya en el siglo XVI.
Lo que se precisa es atacar las creencias obscurantistas y los hábitos
desidiosos e improductivos del pueblo mismo: hablo de una revolución cultural,
o sea, lo que Europa (menos España, claro) experimentó a lo largo de siglos.
García Márquez es un “buen mal” ejemplo. Como te había dicho, una de mis tesis de
posgrado se basó en el estudio antropológico del chamanismo en la cultura
latinoamericana aplicada al análisis de la obra (magicorrealista) de García
Márquez, y que luego extendí a varios otros autores y publiqué primero en la
revista antropológica europea “Shaman” (bajo el título de “Shamanic Realism:
Latin American Literature and the Shamanic Perspective”) y luego resumido en forma
de articulo para una enciclopedia dedicada al chamanismo mundial. La obra de
García Márquez, como la de tantos y tantos escritores latinoamericanos, no hace
más que reafirmar la cosmovisión mágico-ilusoria en vez de sacar al lector de
ella – algo que casi ningún escritor latinoamericano es capaz de hacer puesto
que ellos mismos están atrapados en ese arcaico laberinto de ilusiones
fantásticas. ¿Qué se puede esperar del “padre”
del realismo mágico? ¿Esperaríamos que fuera propulsor de una revolución
científica-empírica? Seamos sinceros: como cultura no hemos aportado
significativamente ni proporcionalmente a la formación intelectual del mundo
moderno.
Simplemente, el GRAN
problema del mundo hispano se muestra y
demuestra aquí – en el comentario de la “doctora”. ¿Cómo van a salir grandes
intelectos cuando los sistemas educativos son a su vez notorios por sus
limitaciones intelectuales? Podrán ser buenos escritores, pero sus ideas no
provocan mayores tumultos sociales que una tormenta en una taza de café – o en
una botella de tequila. Los filósofos son los responsables en última estancia
por el capital cultural de su pueblo. Si Europa – y por extensión los EUA – han
dominado el planeta es gracias a la plenitud de mentes brillantes que formaron
y forjaron el Mundo Moderno. Ni España, ni por su puesto Latinoamérica, tuvo
aportaciones significativas salvo en marcadas excepciones – excepciones que
confirman la regla: el mundo intelectual moderno occidental fue formado y
forjado por los pueblos protestantes, muchos de ellos ahora ateos. Eso lo dejo
bien explicado y demostrado en “Crónicas”. Ninguna mente formada en el tercer
mundo va a ser capaz de analizar objetivamente los problemas del tercer mundo
ni mucho menos proveer soluciones ya que las causas y consecuencias de los
problemas están en las creencias y costumbres retrogradas del pueblo mismo,
creencias y costumbres que demuestran su ausencia de capital cultural y de
capital cultural competitivo. Si medio milenio de miseria, de violencia, de
pobreza, de corrupción, de mediocridad junto con la correspondiente falta de
producción filosófica, matemática, científica, tecnológica (relativas al primer
mundo, claro) no es una “evidencia” más allá de la “interpretación” entonces no
existe siquiera nada que se pudiera considerar “evidencia”. Al contrario. Toda
la “evidencia” que precisamos con respecto al fracaso de la clase intelectual la
vemos en la mediocridad del pueblo. Si los alumnos fracasan y fracasan, y
siguen fracasando, en algún momento los maestros tienen que reconocer su propia
ineptitud.
El Mundo Hispano,
culturalmente e intelectualmente hablando, no se benefició de los avances del
Humanismo renacentista, de la Revolución Científica, de la Ilustración, ni
mucho menos de la Reforma Protestante, ni tampoco de la Revolución Industrial.
Esas carencias no se pueden suplementar con unos cursos de estudio
universitario. Son memes (y no me refiero a los de Facebook), que se adquieren
desde la infancia en las interacciones familiares y sociales. He ahí la causa
de la falta de profundidad y de la ausencia de amplitud intelectual que
demuestran los “intelectuales” hispanos. De nuevo, un intelecto formado y
cultivado en el tercer mundo va a ser categóricamente incapaz de reconocer ni
mucho menos resolver los problemas del mismo. Son como el pez: tan sumergido en
el agua que no se da cuenta de que está mojado.
Hagamos este “experimento
mental”: Transportemos a toda la población mexicana al Japón y vice-versa (toda
la japonesa a México). Dejemos en cada país todos los elementos de su
infraestructura política y económica – las empresas, los políticos
correspondientes, los mafiosos, etc. – solamente transportando el pueblo
japonés a México y los mexicanos al Japón. Sabemos el resultado. Los mexicanos,
fieles a su bajo nivel de capital cultural, en pocos años dejarían la economía
japonesa en ruinas, la política se llenaría de corrupción, de impunidad y de
ineptitud, y la sociedad quedaría dominada por la inseguridad y la violencia. O
sea, convertirían al Japón en un país tercermundista. Los japoneses en México,
sin embargo, fieles a SU cultura, sabrían eliminar la corrupción de los
políticos – o sea, reemplazándolos con japoneses – el Yakuza eliminaría (y
suplantaría de forma eficiente y armoniosa) a los cárteles, y el “Nuevo Japón”,
ahora provisto con los recursos naturales de México y la ubicación adjunta al
mercado más grande del planeta, se convertiría en una superpotencia. Quien dude
de eso es sencillamente un imbécil.
Repito: Si los hispanos con
educación y posición no las aplican para instigar una revolución cultural entre
la población hispana, serán cómplices de las calamidades que inevitablemente
provendrán. Revisa las noticias de hoy con respecto al rechazo en el Congreso
Republicano de las medidas migratorias del Presidente Obama. Es muy probable
que centenares de miles de niños emigrantes sean devueltos a sus países de
origen. Latinoamérica ya no puede seguir coludiendo culturalmente para crear
las condiciones de su propia miseria y contar con los EUA como una válvula de
escape ya sea para su migración ilegal o para la entrada de remesas o para el
mercado de sus sustancias ilícitas. Simplemente la realidad, la VERDAD, es que
es una cultura que se ha formado para las condiciones sociales, políticas y
económicas de la colonización y nunca los ha superado – esas condiciones están
arraigadas tanto en la psicología de los individuos mismos como en la
sociología de sus relaciones e instituciones. No ha habido cambios radicales de
creencias y costumbres culturales correspondientes e indispensables para que
estas sociedades salgan de su condición (neo-) colonizada. Pero para comenzar a
iniciar esa revolución, los mismos “intelectuales” tienen que usar las pocas
herramientas analíticas que tienen – y dejar su ego a un lado – para reconocer
que, tanto históricamente como en la actualidad, ellos mismos han sido causa y
consecuencia de la condición de miseria de sus respectivos pueblos. “Crónicas de una Tormenta Perfecta” se
publicará en inglés también y formará parte del acervo intelectual que dominará
el debate tanto para el futuro de Latinoamérica y como del Latino en América.
Los hispanos pueden ignorar, desdeñar o ridiculizar lo que tengo que aportar en
vez de aprovechar ese conocimiento y esas perspectivas para su propio beneficio;
pueden continuar siendo víctimas de su propia soberbia, ignorancia y apatía
vanagloriándose de la “riqueza de su cultura” según sus tradiciones, sus
costumbres, sus bailes tradicionales, sus trajes típicos, su comida regional,
su música, su artesanía, etc., etc., mientras que demuestran los índices más
altos de violencia del planeta, si quieren: la decisión es claramente suya. Pero
lo que no pueden evitar es que la comunidad
internacional tome nota de mis observaciones, argumentos y conclusiones y
formule sus propias creencias y conductas basadas en las mismas. No se puede
nadar y guardar la ropa.
La realidad, la verdad es
que el tercermundismo está presente en el tercermundista – y el comentario de
la “doctora pos” de tu amiga lo demuestra. Mientras que la clase “intelectual”
hispana esté representada por “doctores en letras” así, francamente no hay
esperanza.
Conviene recordar el
adagio: “la mona aunque vista de seda, mona se queda”. Recalco: Tantos hispanos
se jactan, se vanaglorian, de la “riqueza” de su cultura. Confunden “riqueza”
con mera “variedad”. Piensan, en su soberbia infinita, que porque tengan una
variedad de mitos, bailes locales, platillos y vestimentas regionales,
costumbres diversas, artesanía, música, lugares arqueológicos, etc., etc., que
eso de hecho les hace “ricos” a pesar de que sus ciudadanos estén siendo
asesinados con impunidad, y que sus hijos se estén muriendo de inanición. Es
como el individuo que se enorgullece del carro en su cochera mientras que su
familia pasa hambre para que pueda hacer los pagos. Lo único que importa de una
cultura – y sé que esto va a chocar a muchos, pero me da igual – es si 1)
genera una sociedad segura para sus ciudadanos de forma que no teman que sus
derechos humanos sean violentados por sus propios políticos, militares y
policías; 2) que genere una economía próspera para que sus ciudadanos no tengan
que ir gorra en mano mendigando trabajo a un país vecino que luego tienen la arrogancia
de despreciar; y 3) que genere estabilidad política para que sus procesos
democráticos no sean una farsa y no se hayan degenerado en mafiocracias – que es casi la norma en tantos países hispanos.
La cultura que genere
sociedades prósperas, estables y seguras es una cultura “rica”. Lo demás son
simplemente adornos: el primer propósito de la cultura humana es la transmisión
de los patrones de pensamiento, sentimiento, creencias y conductas que generen
el bienestar y la prosperidad para sus miembros. Lo que el vulgo, el poblacho,
las masas ignorantes toman por “cultura” es lo que comúnmente se conoce como
“cultura baja”, pero sin la “cultura alta” que generan los grandes intelectos
toda esa “riqueza” de costumbres no sirve para nada.
Reitero: Para que una
sociedad tenga ese tipo de prosperidad económica, estabilidad política, y
seguridad social, antes de nada tiene que formular la clase de individuos con
la visión intelectual, con la voluntad al poder y con el poder de voluntad para
crearla. ¿Por qué hablo de la ausente clase intelectual? Simple: porque el
Mundo Hispano jamás ha logrado generar individuos de la talla de un Mandela, de
un Martin Luther King, Jr, o de un Gandhi. Tampoco ha generado próceres de la
talla de los fundadores de los EUA – hablo de Thomas Jefferson, John Adams, o Benjamín
Franklin. ¿Por qué no? Mira, te copio y pego un pasaje de “Crónicas de una Tormenta Perfecta”:
El argumento queda claro: a
lo largo de la historia, o al menos durante los últimos cinco siglos, los
países hispanos – por cultura – desde
los Pirineos hasta Gibraltar, y desde la frontera mexicana con los EE.UU. hasta
Tierra del Fuego, han demostrado ser poco competitivos intelectualmente. Hay
quienes argumentarían que el intelecto no lo es todo. Hay quienes discutirían
que nuestra riqueza cultural está en las artes musicales o culinarias, o en la
danza y la poesía, o en la literatura. Hay quienes alegarían que el rendimiento
intelectual no es una medida apropiada para calificar, por orden de rango, la
validez o no, la calidad o no, la utilidad o falta de la misma, de una cultura.
Hay quienes dirían que la calidez de las personas, su bondad, su humildad, su
sencillez, su sinceridad es más importante que su contribución intelectual,
científica, tecnológica, o económica en general. A esas personas les comparto
la siguiente cita de John Adams, uno de los próceres y primeros presidentes de
los EE.UU.:
Debo
estudiar la política y la guerra para que mis hijos puedan tener la libertad
para estudiar las matemáticas y la filosofía. Mis hijos deberían estudiar las matemáticas
y la filosofía, la geografía, la historia natural, la arquitectura naval, la
navegación, el comercio y la agricultura, con el fin de dar a sus hijos el
derecho de estudiar la pintura, la poesía, la música, la arquitectura, la
escultura, los tapices y la porcelana. (John Adams,
Carta a Abigail Adams, 12 de mayo de 1780.)
En tiempos modernos al
menos, el pueblo hispano nunca se ha destacado por sus
estudios de “la política y la guerra”
– al menos no de forma que rindiera éxito. Ni mucho menos es conocido por sus
aportaciones a “las matemáticas y la filosofía” como para ganarse el derecho – y el
lujo – de “estudiar la pintura, la
poesía, la música, la arquitectura, la escultura, los tapices y la porcelana”
y no morirse de hambre bajo condiciones socioeconómicas que tengamos que acudir
a otros países, a países anglosajones que sí han estudiado “la política y la guerra”, gorra en mano,
para alimentarnos a nosotros o a nuestros hijos.
“Pintura”, “poesía”,
“música”, “arquitectura”, “escultura”, “tapices”, “porcelana” – en todo eso sí
nos hemos destacado los hispanos, pero yo insisto en que no valen nada mientras
que no eres capaz siquiera de dar de comer a tu población. ¿Cuándo – en los últimos
quinientos años – ha logrado un país hispano crear unas condiciones de
prosperidad, de seguridad, de estabilidad prolongada, sustentable, para sus
ciudadanos? Nunca. ¿Mayor verdad que esa?
Lo irónicamente trágico es
que si la Doctora Pos deseaba desprestigiar mi “Carta Abierta a los Medios de Comunicación”, lo único que ha
logrado – entre ella y tu amiga – es servirme de ejemplo ilustrativo con
respecto al problema que quería presentar. Tu amiga – que tengo entendido que
se maneja mucho en la política de México – dice que su tía es “es muchísimo más letrada que yo, ella sí que
es una intelectual, es escritora, maestra y Doctora en letras”. ¡“Pos” es
la analfabeta, ciega, sorda (pero lamentablemente no muda) guiando a otra
todavía más analfabeta, más ciega y más sorda! (¿Por qué me viene a la memoria
la letra de Shakira: “bruta, ciega,
sordomuda, torpe, traste, testaruda”?) Tu amiga representa simplemente al
pueblo ignorante y su tía la pseudo clase intelectual en el que ese pueblo
ignorante confía para guiarse. ¿Nos sorprendemos de que la América Latina
entera esté cómo está? Ningún país del mundo, a lo largo de la historia, ha tenido
una revolución exitosa, sustentable, próspera para su pueblo, sin antes tener
una ideología filosófica-social y económica que lo guiara – y un líder que lo
representara. De ahí que internacionalmente la Revolución Mexicana sirva como
ejemplo de una revolución fracasada. Mientras
que los rusos tuvieron un Lenin y un Stalin, y los chinos a un Mao, México se
enorgullece por su Villa y por su Zapata.
Lo que le sobra en el
comentario de la tía de tu amiga es soberbia, la clase de actitud que proviene
de una profundísima ignorancia, pero lo que le falta es vergüenza. ¿Acaso el
Mundo Hispano no se pregunta cómo es posible que el Pueblo Afroamericano ha
logrado producir hasta un presidente en el mismo país donde hace poco fue
esclavizado por designio legal durante siglos y donde la segregación era la ley
aun cuando yo nací? (Cuando México ya llevaba más de medio siglo de
Independencia, los negros en los EUA apenas se quitaban las cadenas.) ¿Van a
comparar Jenny Rivera con Oprah Winfrey? ¿Dónde está el Michael Jordan latino?
En vez de un Mohammed Ali toca el drogadicto del Julio Cesar Chávez y el rey
del “no más” – Pedro Duran. ¿Dónde está el
equivalente hispano a un Frederick Douglass – autodidacta que literalmente
escapó de la esclavitud en la que nació para que luego convertirse en un orador
y escritor mundialmente reconocido, líder del movimiento abolicionista y
orgullo e inspiración para su raza? ¿Dónde están los equivalentes al
historiador y sociólogo WEB Dubois, primer afroamericano que se graduaría de
Harvard con un doctorado y que serviría a su vez de inspiración a generaciones
enteras de afroamericanos como por ejemplo a Martin Luther King Jr.? El fruto
nunca cae lejos de árbol. ¿Dónde está
hoy en día el hispano equivalente al astrofísico y cosmólogo Neil deGrasse
Tyson? Todos ellos se formaron y destacaron detrás de líneas enemigas en el
régimen social discriminatorio más opresivo de la historia, donde
proporcionalmente hay más negros encarcelados que en Sudáfrica durante el
Apartheid, y sin embargo, ¿qué han logrado los hispanos con su ‘Independencia’
– salvo quejarse, criticar, y culpar incesantemente a los demás por sus malas
fortunas? Nada. Simplemente nada. Nada útil y productivo quiero decir. La
“Doctora Pos” habla de los intelectuales latinoamericanos como la rana que se
enorgullece del tamaño de su pantano puesto que en su suma “ingenuidad o ignorancia” desconoce la
vastedad de los océanos. Sobra soberbia, apatía e ignorancia y falta vergüenza.
Siento pena ajena.
Pero hay algo más, algo
mucho más insidioso, mucho más ruin, mucho más vil aún que tipifica la pseudo
clase intelectual hispana y que queda plasmado en los tres párrafos de la Doña:
la ausencia total de empatía y compasión humanas. Si yo tuviera un hijo que
estuviera en condiciones de salud semejantes al del pueblo hispano y un doctor
de fuera me propusiera un tratamiento que según él o ella le curara – ya que
los ineptos doctores de mi rancho no logran curar ni verrugas – lo mínimo que haría es escucharlo en
detalle, no por mí, sino por amor a mi hijo. ¿Soy un cursi? ¿Estas palabras
suenan cursis?:
Déjeme
decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está
guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un
revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes
dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y
tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros
revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a
las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con
su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo
ejercita.
No las escribí yo, sino de Ernesto
“Che” Guevara en su ensayo titulado “El
Hombre Nuevo”. La tragedia del pueblo latinoamericano es mucho más profunda
de lo que las noticias y la historia pudieran describir, ya que ninguno ha
reportado la indiferencia – e “ingenuidad
o ignorancia” o ambas – con la que sus “intelectuales” lo ha tratado al
evitar profundizar en las verdaderas causas y consecuencias de esa tragedia. El
que no se pregunta, por ejemplo: “¿Por
qué Sudáfrica pudo generar un Mandela y Latinoamérica no?”, es simplemente
otra víctima más de un intelecto deficiente y discapacitado. Y el que habiéndose hecho esa pregunta, no
encuentra falla en la cultura hispana misma – en sus costumbres, hábitos y
creencias – es peor aún, ya que es
vilmente deshonesto. El individuo – hombre o mujer – que ante las abrumantes
estadísticas que reflejan las abismales realidades del hispano es tan
indiferente que no es capaz de tomarse el tiempo para objetivamente evaluar la
única propuesta para una solución que se ha ofrecido a la enfermedad de su
pueblo es simplemente una persona desalmada, incapaz de mayor sentimiento que
el de su propia soberbia. Son incapaces de salirse del caparazón de su
arrogancia y comodidad e imaginarse – como lo hago yo – lo siguiente: “¿Y si fuera mi hijo mexicano unos de 70,000
niños buscando refugio en los EUA o a punto de ser deportado?”
Mi consejo: Búscate amigas con
mejor juicio y conciencia y con parientes mejor educadas y más inteligentes.
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Cuanta verdad hay en esto. Desgraciadamente el gobierno no hace nada. No tienen orgullo o preocupacion por su propia tierra..jmm.
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DeleteEl problema no es el gobierno en sí Dinamita. El problema proviene de la cultura hispana. Si lee el texto de nuevo estoy seguro de que apreciará más lo que el autor busca transmitir.
DeleteFavor de leer el escrito antes de comentar.
ReplyDeleteEl gobierno NACE de la cultura. En otras palabras, es culpa de la gente que el gobierno sea una porqueria.
Si, usted, el ciudadano promedio, es el que tiene que encargarse de levantar a pais. Necesitan dejar de pensar como colonizados y dejarles de pedir a sus "amos y señores" que les den 3 veces de comer en lugar de dos y media.
Sus paises van a seguir pobres mientras su gente siga siendo mediocre. Hasta que no decidan alejarse de las fiestas no van a ser mas que, como diria cierta persona, "simios entrenados que nomas los sueltan y hacen su desmadre".
En su historia, la hispanidad nunca ha sido capaz de producir un individuo con la capacidad de comprender el problema más allá de quejarse de la corrupción política. Esto es debido en gran parte a la falta de una tradición intelectual que caracteriza al mundo hispano acompañado de un altísimo índice religiosidad en su población. La revolución que la hispanidad necesita no es una de balas y muertes; la revolución que la hispanidad necesita debe ser ideológica, una revolución que ataque la enfermedad de raíz y reemplace la cultura.
ReplyDeleteEs muy obvia la falta de preparación por parte de la supuesta "clase intelectual" latinoamericana e hispana en general. No tenemos comparación con un John Stuart Mill, un Friedich Nietzsche, un Malcom X, un Martin Luther King, o incluso deportistas como Michael Jordan o Muhammad Ali. La crisis internacional del mundo hispano no es una crisis económica o política en sí, si no una profunda enfermedad cultural.
ReplyDeleteLittle Simz habló un poco de esto en su canción "LMPD", claro, desde su perspectiva afro-europea. Saludos.
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