Friday, January 16, 2015

REPLICA AL COMENTARIO A MI "CARTA ABIERTA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE LOS PAÍSES Y COMUNIDADES MUNDIALES DE HABLA HISPANA – Y A LA AUSENTE CLASE INTELECTUAL"

Maestro Shodai, le quería compartir un comentario que me llegó de parte de una amiga que a su vez envió su “CARTA ABIERTA A LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE LOS PAÍSES  Y COMUNIDADES MUNDIALES DE HABLA HISPANA – Y A LA AUSENTE ‘CLASE INTELECTUAL’” a una tía suya, doctora en letras. Quisiera saber cuál es su opinión al respecto de lo que dice la tía de mi amiga. Gracias. Aquí le incluyo la nota de mi amiga seguido del comentario de su tía, tal cual:
Ahí te va lo que me dijo mi tía. Ella es muchísimo más letrada que yo, ella sí que es una intelectual, es escritora, maestra y Doctora en letras:
"Ay, Cala, pos leí la mitad y el final: cursi y anacrónico. En Ciencias Sociales hay una teoría de la poscolonialidad que, convendría conocer, así como las teorías hermenéuticas. Los análisis que presenta el texto son superficiales y lugares comunes, la crítica, por lo tanto, igual: muy positivista (corriente tan favorecida lo mismo por gobiernos como el de Porfirio Díaz que por muchos pensadores marxistas). Por otro lado, cualquiera diría: otro blog?"
“Suponer que se le explicará a la comunidad hispanoamericana cuál es la verdad… Pos suena a dogma (la hermenéutica demuestra con sus teorías de la interpretación que no hay una verdad, sino aproximaciones interpretativas a los hechos); supones que los periodistas y escritores latinoamericanos son ineptos, pos es una ingenuidad o ignorancia, pensemos en Juan Villoro, Leñero, Scherer, Lydia, Cacho, Octavio Paz, Fernando Benítez, García Márquez, Heriberto Yépez, Rodrigo Fresan… Y la lista puede seguir.
“Suponer que la clase intelectual latinoamericana es inexistente (Jajajá, Jajajá, Jajajá – Bartra, Beuchot, Pimentel, Mignolo, etc.) y que el autor dará una clara explicación totalizadora de América Latina es ignorar las miles de particularidades de cada región, digamos que es un reduccionismo simplista. El texto no tiene problemas de redacción, sino de contenido.”



Lourdes,
La verdad no suelo hacer caso a comentarios de esta índole porque me pasaría el tiempo tratando de educar a los incorregibles en vez de ocuparme de instruir a los verdaderamente interesados en aprender – es algo así como echarle perlas a los cerdos. Dicho esto, en este caso lo tomaré como una oportunidad para compartir una enseñanza a mis alumnos y aprendices. Comencemos entonces:

Este comentario que me envías a través de tu amiga es un ejemplo claro precisamente de lo que me refiero en la “Carta Abierta a los Medios de Comunicación” en cuanto a la ausencia de intelectuales capaces de guiar a un pueblo del laberinto de miseria en el que está hundido, y también de lo que demuestro en "Crónicas de una Tormenta Perfecta" con respecto a la falta de capital cultural del mundo Hispano – algo demasiado obvio y presente hasta en sus supuestos “letrados”. (Por cierto, no veo prueba más evidente de la ignorancia de la mujer que escribir "pos" en vez de "pues". ¡¿Así es como escribe una doctorada en letras de México?!)

De entrada se ve su falta de capacidad analítica – repitiendo como papagayo ideas en las que nunca profundizó pero con las cuales escuda una tremenda ignorancia. Por ejemplo, pon atención a lo que dice que “la hermenéutica demuestra con sus teorías de la interpretación que no hay una verdad, sino aproximaciones interpretativas a los hechos”. Bien, “pos” si la mujer fuera filósofa se daría cuenta de la contradicción inherente en lo que ha dicho: ha tratado de establecer la "ausencia de verdad" como una afirmación que toma a su vez como la verdad misma, contradiciendo su conclusión de que no hay verdades. Te lo pongo más simple: la “verdad” de la “Doctora pos” es que “no hay verdades”. Esa es una contradicción. Es como decir “siempre miento”. ¿Cómo te quedas? Si es cierto que “siempre miento” entonces lo que digo ahora es una verdad y por lo tanto ya no miento siempre, me contradigo. Por otra parte, si es mentira que “siempre miento” entonces implica que algunas veces digo la verdad, de nuevo contradiciéndome.

Ahora aplicando la analogía: La Doctora nos da como verdad la certeza de que “no hay verdades”. ¿Dónde está la verdad en una “verdad” que dice que “no hay verdades”? Es una contradicción. Si no hay verdades sino “interpretaciones aproximadas a los hechos”, entonces eso mismo de “la hermenéutica con sus teorías de interpretación…” tampoco es una verdad, sino que a su vez es una “aproximación a los hechos” – por lo tanto no sirve en absoluto para negar la existencia de verdades. ¿Me explico? Decir que la única verdad es que “no hay verdades” es una contradicción congénita del mismo grado que “siempre miento”. No pasa de un relativismo barato, pero es un claro ejemplo de la falta de preparación analítica de la clase “intelectual” hispana. Cualquier alumno mío de filosofía en el Canadá o en los EUA de, digamos tercer año, o quizás de segundo, hubiera captado eso. Es de cajón. Pero es una forma común entre los académicos hispanoamericanos sobre todo. Otro ejemplo similar es cuando dicen que “no hay verdades absolutas”, sino que todas son “relativas”. Pues es lo mismo: acaban de tratar de establecer como “verdad absoluta” la ausencia de las mismas, inherentemente contradiciendo su propio enunciado. Enanitos mentales.

El segundo punto al que quiero que pongas atención es en la forma en la que formula un juicio en cuanto a lo imposible de lo que me propongo con mi obra sin siquiera haber examinado la evidencia – ¡de hecho, sin siquiera haber leído el texto completo!: “pos leí la mitad y el final”. ¿Así es cómo enseña a sus alumnos a formular juicios, sin siquiera haber examinado toda la evidencia? La “Doctora” dice: “el autor dará una clara explicación totalizadora de América Latina es ignorar las miles de particularidades de cada región, digamos que es un reduccionismo simplista”. Me recuerda a cuando Galileo se quejaba de los “filósofos” de su época (en realidad teólogos malamente disfrazados), que se rehusaban siquiera a ver la evidencia tras sus descubrimientos y teorías. Aquí te pongo la traducción de unas líneas de una carta de Galileo a Kepler al respecto:
Mi querido Kepler, deseo que podamos reírnos de la notable estupidez del vulgo. ¿Qué tienes que decir acerca de los principales filósofos de esta academia que están llenos de la terquedad de una víbora y no quieren mirar ni a los planetas, ni a la luna ni al telescopio, a pesar de que les he ofrecido libremente y deliberadamente la oportunidad de hacerlo mil veces? En verdad, al igual que la víbora detiene sus oídos, también estos filósofos cierran los ojos a la luz de la verdad.

Pero el problema de Galileo y de tantos otros científicos (“filósofos naturales”, como se les llamaba en su día) durante la Revolución Científica era su encuentro con la terquedad dogmática de la Iglesia y de la religiosidad de sus tiempos. Aquí es lo mismo: aunque no sean necesariamente creyentes o religiosos practicantes, la mentalidad cerrada a la crítica que requiere introspección y cambio es la misma – y esto es un atributo cultural, resultado de siglos de adoctrinamiento católico. Es cuestión de cosmovisión. Hoy en día todas las disciplinas humanas – incluso las ciencias económicas – están experimentando los resultados de una gran revolución neurocognitiva que comenzó en el mismo departamento de Ciencias Cognitivas donde cursé mi posgrado en UCSD. El pensamiento latinoamericano – por cultura – es tan distante de lo que se precisa para comprender de qué trata esta revolución que ni siquiera se molestarán en analizar objetivamente la evidencia que muestro, al igual que los “filósofos” (religiosos) de la época de Galileo se negaron a mirar a través de su telescopio. Al menos que un autor indique que va a violar las leyes de las matemáticas o de las ciencias exactas, solamente una mente cerrada y dogmática rechazaría de ante mano sus argumentos determinado con sus prejuicios lo que es o no “posible”. Cualquiera que hable de la ausencia de grandes intelectos en el Mundo Hispano solamente tiene que referirse a la falta de progreso social, económico y político del continente. Por sus obras los conocerás.

De nuevo, en cuanto a lo que me acusa de “reduccionista simplista” puesto que ignoro “las miles de particularidades de cada región”, es como decir que un médico también es un “reduccionista simplista” puesto que, a pesar de las peculiaridades de cada cuerpo, aplica los principios de la medicina para curar enfermedades humanas. ¿Puesto que cada cuerpo es una ‘particularidad’ significa que no pueda existir una disciplina que los trata de acuerdo a enfermedades diagnosticables? Entonces implica que no puede existir la medicina, ni la farmacología, ni la veterinaria, etc., etc. Cuando Frederick Banting y su asistente Charles Best descubrieron la insulina, ¿tuvieron que demostrar que funcionaba para curar la diabetes para todos los diabéticos ‘particulares’ del planeta antes de que se aplicara como tratamiento estándar?  No. Cuando Alexander Fleming descubrió la penicilina, ¿tuvo que demostrar que curaría todas las enfermedades bacteriológicas en todos los pacientes posibles antes de que se comenzara a aplicar para salvar miles de vidas? No.

Habrá muchas “particularidades” regionales en Latinoamérica, pero los principales problemas en cuanto a una cosmovisión arcaica común, junto con las consecuencias sociales, políticas, económicas, intelectuales, religiosas – culturales – correspondientes, son muy similares. El simplista aquí no soy yo. La Doña habla así puesto que carece no solamente de entrenamiento filosófico, sino de formación científica – y hoy en día, en el mundo tan complejo en que vivimos, ser un intelectual precisa de una preparación interdisciplinaria tan amplia como profunda – uno tiene que ser tan diestro en las humanidades como en las ciencias y como en las matemáticas. Estamos en el Siglo XXI, y sin ese tipo de preparación multidimensional simplemente eres un analfabeto. Lo que pasaba por un erudito en el Siglo XX no da la medida en el nuevo milenio – y la inmensa mayoría del conocimiento nuevo, que va describiendo, explicando, y creando el mundo en el que vivimos se produce en la lengua inglesa. Recuerdo incluso cuando estaba escribiendo mi tesis de literatura latinoamericana que la inmensa mayoría de los estudios – incluso de aquellos escritos por autores hispanos – se encontraban en inglés, no en castellano. Quien no maneja el inglés hoy en día es un alienado del mundo del saber.   

¿Pero en realidad, se puede esperar algo más profundo que resulte de un sistema que repetidamente ha calificado como el más bajo de la OCDE? (Me refiero claro al sistema educativo mexicano.) No, claro que no. Afirmar que “no hay verdades” es precisamente ese tipo de conformismo intelectual, de desidia mental que es contraria y antitética a la filosofía – y a la ciencia. En ambas disciplinas se buscan verdades – ese es precisamente el propósito: buscar verdades que puedan servir como fundamentos y cimientos para nuevas disciplinas – como la medicina, la veterinaria, etc. Al afirmar que “no hay verdades” sino “interpretaciones” se adopta una postura cómoda que se subscribe a la mediocridad, y que es causa y consecuencia de toda la cosmovisión (neo-) colonial. ¿No hay verdades? ¿Qué hay de la desaparición de los 43 normalistas en el estado de Guerrero? ¿Qué hay de los casi 70,000 niños – mexicanos, guatemaltecos, salvadoreños, hondureños, etc., que buscaron refugio en la frontera de México con los EUA este año? ¿”Interpretaciones” o “verdades”? ¿Qué hay de las “22 mil desapariciones forzadas, miles de casos de tortura, más de 70 mil ejecuciones extrajudiciales y más de 160 mil desplazados forzados” que nos reporta la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos? ¿”Interpretaciones” imperfectas de “evidencias” también? ¿O “verdades” sobre una realidad devastadora que se está viviendo en Latinoamérica? El tipo de relativismo al que obviamente subscribe la “doctora pos” siempre fue despreciado – desde Sócrates hasta la fecha – por la filosofía por ser lo que es: un sofismo vulgar y corriente. Trata de ganar argumentos recurriendo a clichés pero sin esforzarse – por discapacidad intelectual o por desinterés, o ambas – en hacer la labor que se precisa: llegar a esa verdad que tanto deniegan que pueda existir. Ese tipo de mentalidad es responsable por la actitud de “aquí no pasa nada”, por la impunidad, por la corrupción. Esa actitud está detrás del rehusarse a llegar a la verdad de los hechos, de la responsabilidad, de la culpabilidad, y por consecuencia de imponer castigos y exigir compensaciones. Por eso efectivamente nada sustancial cambia: “Los de abajo” siguen estando abajo.  Hasta que Latinoamérica no se purgue de esta casta de parásitos “intelectuales” que contaminan y incapacitan las mentes de sus nuevas generaciones engendrando en ellas ese auto-derrotismo mental que caracteriza al “Colonizado” nada podrá cambiar.

La VERDAD es que ningún "intelecto" hispano  ha llegado a la suela del zapato de los grandes europeos, a aquellos que han contribuido, con sus ideas, argumentos, y conclusiones, a formar lo que hoy se conoce como el Mundo Moderno. El resultado es que la hispanidad tendrá buenos escritores – gente que maneja de maravilla la pluma o el teclado – pero pobres filósofos: consecuencia y causa de la falta de capital cultural del pueblo. Simplemente, ninguno de los “intelectuales” que esa mujer aportó en su lista se acerca a la grandeza de un John Stuart Mill, de un John Locke, de un Charles Darwin, de un Adam Smith, de un Hegel, de un Marx, de un Heidegger, de un Kant, o incluso de un Descartes (por muy equivocado que estuviera en sus ideas dualistas). ¡Es como si yo le hablara de los Grandes del básquet – Michael Jordan, Magic Johnson, Doctor J, Larry Bird, etc. – y ella me saliera con nombres de las cascaritas de su rancho!

Ser escritor no es automáticamente ser erudito ni mucho menos filósofo. Hay que saber reconocer la diferencia. Los EUA, por ejemplo, tiene una amplia gama de grandes escritores – como Mark Twain, Edgar Allen Poe, Henry Longfellow, Jack London, etc. – pero ningún letrado de monta los calificaría como filósofos, puesto que simplemente no lo son. Eruditos sin duda, pero eso no los hace filósofos. Y la erudición de un pueblo se nutre en última estancia de la calidad de sus filósofos. ¡Esa es la tremenda ventaja que tiene Europa con respecto a Latinoamérica! La colosal riqueza intelectual que es su patrimonio cultural. Hay que comprender la diferencia entre una obra literaria y una obra filosófica. Cervantes escribiría la novela más grande de la historia pero en ningún momento el Quijote (obra que me encanta tanto leer como enseñar) reta tus creencias de raíz, forzándote a salir de una cosmovisión mágico-ilusoria a una científica-empírica – (de hacerlo ni el autor ni su obra hubieran sobrevivido la Inquisición), ni tampoco provee una ideología coherente en cuanto a la naturaleza de la realidad, de lo que significa ser humano, ni de cómo formar una sociedad más igualitaria, por ejemplo. Eso es lo que se precisa aquí y ahora en el Mundo Hispano: una metodología de reconstrucción psicológica y cultural basadas en las EVIDENCIAS CIENTÍFICAS del siglo XXI no en las ABSURDAS CREENCIAS bíblicas, esotéricas, o “espirituales” anticuadas ya en el siglo XVI. Lo que se precisa es atacar las creencias obscurantistas y los hábitos desidiosos e improductivos del pueblo mismo: hablo de una revolución cultural, o sea, lo que Europa (menos España, claro) experimentó a lo largo de siglos. García Márquez es un “buen mal” ejemplo. Como te había dicho, una de mis tesis de posgrado se basó en el estudio antropológico del chamanismo en la cultura latinoamericana aplicada al análisis de la obra (magicorrealista) de García Márquez, y que luego extendí a varios otros autores y publiqué primero en la revista antropológica europea “Shaman” (bajo el título de “Shamanic Realism: Latin American Literature and the Shamanic Perspective”) y luego resumido en forma de articulo para una enciclopedia dedicada al chamanismo mundial. La obra de García Márquez, como la de tantos y tantos escritores latinoamericanos, no hace más que reafirmar la cosmovisión mágico-ilusoria en vez de sacar al lector de ella – algo que casi ningún escritor latinoamericano es capaz de hacer puesto que ellos mismos están atrapados en ese arcaico laberinto de ilusiones fantásticas.  ¿Qué se puede esperar del “padre” del realismo mágico? ¿Esperaríamos que fuera propulsor de una revolución científica-empírica? Seamos sinceros: como cultura no hemos aportado significativamente ni proporcionalmente a la formación intelectual del mundo moderno.

Simplemente, el GRAN problema del mundo hispano se muestra  y demuestra aquí – en el comentario de la “doctora”. ¿Cómo van a salir grandes intelectos cuando los sistemas educativos son a su vez notorios por sus limitaciones intelectuales? Podrán ser buenos escritores, pero sus ideas no provocan mayores tumultos sociales que una tormenta en una taza de café – o en una botella de tequila. Los filósofos son los responsables en última estancia por el capital cultural de su pueblo. Si Europa – y por extensión los EUA – han dominado el planeta es gracias a la plenitud de mentes brillantes que formaron y forjaron el Mundo Moderno. Ni España, ni por su puesto Latinoamérica, tuvo aportaciones significativas salvo en marcadas excepciones – excepciones que confirman la regla: el mundo intelectual moderno occidental fue formado y forjado por los pueblos protestantes, muchos de ellos ahora ateos. Eso lo dejo bien explicado y demostrado en “Crónicas”. Ninguna mente formada en el tercer mundo va a ser capaz de analizar objetivamente los problemas del tercer mundo ni mucho menos proveer soluciones ya que las causas y consecuencias de los problemas están en las creencias y costumbres retrogradas del pueblo mismo, creencias y costumbres que demuestran su ausencia de capital cultural y de capital cultural competitivo. Si medio milenio de miseria, de violencia, de pobreza, de corrupción, de mediocridad junto con la correspondiente falta de producción filosófica, matemática, científica, tecnológica (relativas al primer mundo, claro) no es una “evidencia” más allá de la “interpretación” entonces no existe siquiera nada que se pudiera considerar “evidencia”. Al contrario. Toda la “evidencia” que precisamos con respecto al fracaso de la clase intelectual la vemos en la mediocridad del pueblo. Si los alumnos fracasan y fracasan, y siguen fracasando, en algún momento los maestros tienen que reconocer su propia ineptitud. 

El Mundo Hispano, culturalmente e intelectualmente hablando, no se benefició de los avances del Humanismo renacentista, de la Revolución Científica, de la Ilustración, ni mucho menos de la Reforma Protestante, ni tampoco de la Revolución Industrial. Esas carencias no se pueden suplementar con unos cursos de estudio universitario. Son memes (y no me refiero a los de Facebook), que se adquieren desde la infancia en las interacciones familiares y sociales. He ahí la causa de la falta de profundidad y de la ausencia de amplitud intelectual que demuestran los “intelectuales” hispanos. De nuevo, un intelecto formado y cultivado en el tercer mundo va a ser categóricamente incapaz de reconocer ni mucho menos resolver los problemas del mismo. Son como el pez: tan sumergido en el agua que no se da cuenta de que está mojado.

Hagamos este “experimento mental”: Transportemos a toda la población mexicana al Japón y vice-versa (toda la japonesa a México). Dejemos en cada país todos los elementos de su infraestructura política y económica – las empresas, los políticos correspondientes, los mafiosos, etc. – solamente transportando el pueblo japonés a México y los mexicanos al Japón. Sabemos el resultado. Los mexicanos, fieles a su bajo nivel de capital cultural, en pocos años dejarían la economía japonesa en ruinas, la política se llenaría de corrupción, de impunidad y de ineptitud, y la sociedad quedaría dominada por la inseguridad y la violencia. O sea, convertirían al Japón en un país tercermundista. Los japoneses en México, sin embargo, fieles a SU cultura, sabrían eliminar la corrupción de los políticos – o sea, reemplazándolos con japoneses – el Yakuza eliminaría (y suplantaría de forma eficiente y armoniosa) a los cárteles, y el “Nuevo Japón”, ahora provisto con los recursos naturales de México y la ubicación adjunta al mercado más grande del planeta, se convertiría en una superpotencia. Quien dude de eso es sencillamente un imbécil.

Repito: Si los hispanos con educación y posición no las aplican para instigar una revolución cultural entre la población hispana, serán cómplices de las calamidades que inevitablemente provendrán. Revisa las noticias de hoy con respecto al rechazo en el Congreso Republicano de las medidas migratorias del Presidente Obama. Es muy probable que centenares de miles de niños emigrantes sean devueltos a sus países de origen. Latinoamérica ya no puede seguir coludiendo culturalmente para crear las condiciones de su propia miseria y contar con los EUA como una válvula de escape ya sea para su migración ilegal o para la entrada de remesas o para el mercado de sus sustancias ilícitas. Simplemente la realidad, la VERDAD, es que es una cultura que se ha formado para las condiciones sociales, políticas y económicas de la colonización y nunca los ha superado – esas condiciones están arraigadas tanto en la psicología de los individuos mismos como en la sociología de sus relaciones e instituciones. No ha habido cambios radicales de creencias y costumbres culturales correspondientes e indispensables para que estas sociedades salgan de su condición (neo-) colonizada. Pero para comenzar a iniciar esa revolución, los mismos “intelectuales” tienen que usar las pocas herramientas analíticas que tienen – y dejar su ego a un lado – para reconocer que, tanto históricamente como en la actualidad, ellos mismos han sido causa y consecuencia de la condición de miseria de sus respectivos pueblos. “Crónicas de una Tormenta Perfecta” se publicará en inglés también y formará parte del acervo intelectual que dominará el debate tanto para el futuro de Latinoamérica y como del Latino en América. Los hispanos pueden ignorar, desdeñar o ridiculizar lo que tengo que aportar en vez de aprovechar ese conocimiento y esas perspectivas para su propio beneficio; pueden continuar siendo víctimas de su propia soberbia, ignorancia y apatía vanagloriándose de la “riqueza de su cultura” según sus tradiciones, sus costumbres, sus bailes tradicionales, sus trajes típicos, su comida regional, su música, su artesanía, etc., etc., mientras que demuestran los índices más altos de violencia del planeta, si quieren: la decisión es claramente suya. Pero lo que no pueden evitar es que la comunidad internacional tome nota de mis observaciones, argumentos y conclusiones y formule sus propias creencias y conductas basadas en las mismas. No se puede nadar y guardar la ropa.

La realidad, la verdad es que el tercermundismo está presente en el tercermundista – y el comentario de la “doctora pos” de tu amiga lo demuestra. Mientras que la clase “intelectual” hispana esté representada por “doctores en letras” así, francamente no hay esperanza.

Conviene recordar el adagio: “la mona aunque vista de seda, mona se queda”. Recalco: Tantos hispanos se jactan, se vanaglorian, de la “riqueza” de su cultura. Confunden “riqueza” con mera “variedad”. Piensan, en su soberbia infinita, que porque tengan una variedad de mitos, bailes locales, platillos y vestimentas regionales, costumbres diversas, artesanía, música, lugares arqueológicos, etc., etc., que eso de hecho les hace “ricos” a pesar de que sus ciudadanos estén siendo asesinados con impunidad, y que sus hijos se estén muriendo de inanición. Es como el individuo que se enorgullece del carro en su cochera mientras que su familia pasa hambre para que pueda hacer los pagos. Lo único que importa de una cultura – y sé que esto va a chocar a muchos, pero me da igual – es si 1) genera una sociedad segura para sus ciudadanos de forma que no teman que sus derechos humanos sean violentados por sus propios políticos, militares y policías; 2) que genere una economía próspera para que sus ciudadanos no tengan que ir gorra en mano mendigando trabajo a un país vecino que luego tienen la arrogancia de despreciar; y 3) que genere estabilidad política para que sus procesos democráticos no sean una farsa y no se hayan degenerado en mafiocracias – que es casi la norma en tantos países hispanos.

La cultura que genere sociedades prósperas, estables y seguras es una cultura “rica”. Lo demás son simplemente adornos: el primer propósito de la cultura humana es la transmisión de los patrones de pensamiento, sentimiento, creencias y conductas que generen el bienestar y la prosperidad para sus miembros. Lo que el vulgo, el poblacho, las masas ignorantes toman por “cultura” es lo que comúnmente se conoce como “cultura baja”, pero sin la “cultura alta” que generan los grandes intelectos toda esa “riqueza” de costumbres no sirve para nada.

Reitero: Para que una sociedad tenga ese tipo de prosperidad económica, estabilidad política, y seguridad social, antes de nada tiene que formular la clase de individuos con la visión intelectual, con la voluntad al poder y con el poder de voluntad para crearla. ¿Por qué hablo de la ausente clase intelectual? Simple: porque el Mundo Hispano jamás ha logrado generar individuos de la talla de un Mandela, de un Martin Luther King, Jr, o de un Gandhi. Tampoco ha generado próceres de la talla de los fundadores de los EUA – hablo de Thomas Jefferson, John Adams, o Benjamín Franklin. ¿Por qué no? Mira, te copio y pego un pasaje de “Crónicas de una Tormenta Perfecta”:
El argumento queda claro: a lo largo de la historia, o al menos durante los últimos cinco siglos, los países hispanos – por cultura – desde los Pirineos hasta Gibraltar, y desde la frontera mexicana con los EE.UU. hasta Tierra del Fuego, han demostrado ser poco competitivos intelectualmente. Hay quienes argumentarían que el intelecto no lo es todo. Hay quienes discutirían que nuestra riqueza cultural está en las artes musicales o culinarias, o en la danza y la poesía, o en la literatura. Hay quienes alegarían que el rendimiento intelectual no es una medida apropiada para calificar, por orden de rango, la validez o no, la calidad o no, la utilidad o falta de la misma, de una cultura. Hay quienes dirían que la calidez de las personas, su bondad, su humildad, su sencillez, su sinceridad es más importante que su contribución intelectual, científica, tecnológica, o económica en general. A esas personas les comparto la siguiente cita de John Adams, uno de los próceres y primeros presidentes de los EE.UU.:
Debo estudiar la política y la guerra para que mis hijos puedan tener la libertad para estudiar las matemáticas y la filosofía. Mis hijos deberían estudiar las matemáticas y la filosofía, la geografía, la historia natural, la arquitectura naval, la navegación, el comercio y la agricultura, con el fin de dar a sus hijos el derecho de estudiar la pintura, la poesía, la música, la arquitectura, la escultura, los tapices y la porcelana. (John Adams, Carta a Abigail Adams, 12 de mayo de 1780.)
En tiempos modernos al menos, el pueblo hispano nunca se ha destacado por sus estudios de “la política y la guerra” – al menos no de forma que rindiera éxito. Ni mucho menos es conocido por sus aportaciones a las matemáticas y la filosofía” como para ganarse el derecho – y el lujo – de “estudiar la pintura, la poesía, la música, la arquitectura, la escultura, los tapices y la porcelana” y no morirse de hambre bajo condiciones socioeconómicas que tengamos que acudir a otros países, a países anglosajones que sí han estudiado “la política y la guerra”, gorra en mano, para alimentarnos a nosotros o a nuestros hijos.

“Pintura”, “poesía”, “música”, “arquitectura”, “escultura”, “tapices”, “porcelana” – en todo eso sí nos hemos destacado los hispanos, pero yo insisto en que no valen nada mientras que no eres capaz siquiera de dar de comer a tu población. ¿Cuándo – en los últimos quinientos años – ha logrado un país hispano crear unas condiciones de prosperidad, de seguridad, de estabilidad prolongada, sustentable, para sus ciudadanos? Nunca. ¿Mayor verdad que esa?

Lo irónicamente trágico es que si la Doctora Pos deseaba desprestigiar mi “Carta Abierta a los Medios de Comunicación”, lo único que ha logrado – entre ella y tu amiga – es servirme de ejemplo ilustrativo con respecto al problema que quería presentar. Tu amiga – que tengo entendido que se maneja mucho en la política de México – dice que su tía es “es muchísimo más letrada que yo, ella sí que es una intelectual, es escritora, maestra y Doctora en letras”. ¡“Pos” es la analfabeta, ciega, sorda (pero lamentablemente no muda) guiando a otra todavía más analfabeta, más ciega y más sorda! (¿Por qué me viene a la memoria la letra de Shakira: “bruta, ciega, sordomuda, torpe, traste, testaruda”?) Tu amiga representa simplemente al pueblo ignorante y su tía la pseudo clase intelectual en el que ese pueblo ignorante confía para guiarse. ¿Nos sorprendemos de que la América Latina entera esté cómo está? Ningún país del mundo, a lo largo de la historia, ha tenido una revolución exitosa, sustentable, próspera para su pueblo, sin antes tener una ideología filosófica-social y económica que lo guiara – y un líder que lo representara. De ahí que internacionalmente la Revolución Mexicana sirva como ejemplo de una revolución fracasada. Mientras que los rusos tuvieron un Lenin y un Stalin, y los chinos a un Mao, México se enorgullece por su Villa y por su Zapata.

Lo que le sobra en el comentario de la tía de tu amiga es soberbia, la clase de actitud que proviene de una profundísima ignorancia, pero lo que le falta es vergüenza. ¿Acaso el Mundo Hispano no se pregunta cómo es posible que el Pueblo Afroamericano ha logrado producir hasta un presidente en el mismo país donde hace poco fue esclavizado por designio legal durante siglos y donde la segregación era la ley aun cuando yo nací? (Cuando México ya llevaba más de medio siglo de Independencia, los negros en los EUA apenas se quitaban las cadenas.) ¿Van a comparar Jenny Rivera con Oprah Winfrey? ¿Dónde está el Michael Jordan latino? En vez de un Mohammed Ali toca el drogadicto del Julio Cesar Chávez y el rey del “no más” – Pedro Duran.  ¿Dónde está el equivalente hispano a un Frederick Douglass – autodidacta que literalmente escapó de la esclavitud en la que nació para que luego convertirse en un orador y escritor mundialmente reconocido, líder del movimiento abolicionista y orgullo e inspiración para su raza? ¿Dónde están los equivalentes al historiador y sociólogo WEB Dubois, primer afroamericano que se graduaría de Harvard con un doctorado y que serviría a su vez de inspiración a generaciones enteras de afroamericanos como por ejemplo a Martin Luther King Jr.? El fruto nunca cae lejos de árbol.  ¿Dónde está hoy en día el hispano equivalente al astrofísico y cosmólogo Neil deGrasse Tyson? Todos ellos se formaron y destacaron detrás de líneas enemigas en el régimen social discriminatorio más opresivo de la historia, donde proporcionalmente hay más negros encarcelados que en Sudáfrica durante el Apartheid, y sin embargo, ¿qué han logrado los hispanos con su ‘Independencia’ – salvo quejarse, criticar, y culpar incesantemente a los demás por sus malas fortunas? Nada. Simplemente nada. Nada útil y productivo quiero decir. La “Doctora Pos” habla de los intelectuales latinoamericanos como la rana que se enorgullece del tamaño de su pantano puesto que en su suma “ingenuidad o ignorancia” desconoce la vastedad de los océanos. Sobra soberbia, apatía e ignorancia y falta vergüenza. Siento pena ajena.

Pero hay algo más, algo mucho más insidioso, mucho más ruin, mucho más vil aún que tipifica la pseudo clase intelectual hispana y que queda plasmado en los tres párrafos de la Doña: la ausencia total de empatía y compasión humanas. Si yo tuviera un hijo que estuviera en condiciones de salud semejantes al del pueblo hispano y un doctor de fuera me propusiera un tratamiento que según él o ella le curara – ya que los ineptos doctores de mi rancho no logran curar ni verrugas – lo mínimo que haría es escucharlo en detalle, no por mí, sino por amor a mi hijo. ¿Soy un cursi? ¿Estas palabras suenan cursis?:
Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas sin que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita.

No las escribí yo, sino de Ernesto “Che” Guevara en su ensayo titulado “El Hombre Nuevo”. La tragedia del pueblo latinoamericano es mucho más profunda de lo que las noticias y la historia pudieran describir, ya que ninguno ha reportado la indiferencia – e “ingenuidad o ignorancia” o ambas – con la que sus “intelectuales” lo ha tratado al evitar profundizar en las verdaderas causas y consecuencias de esa tragedia. El que no se pregunta, por ejemplo: “¿Por qué Sudáfrica pudo generar un Mandela y Latinoamérica no?”, es simplemente otra víctima más de un intelecto deficiente y discapacitado.  Y el que habiéndose hecho esa pregunta, no encuentra falla en la cultura hispana misma – en sus costumbres, hábitos y creencias –  es peor aún, ya que es vilmente deshonesto. El individuo – hombre o mujer – que ante las abrumantes estadísticas que reflejan las abismales realidades del hispano es tan indiferente que no es capaz de tomarse el tiempo para objetivamente evaluar la única propuesta para una solución que se ha ofrecido a la enfermedad de su pueblo es simplemente una persona desalmada, incapaz de mayor sentimiento que el de su propia soberbia. Son incapaces de salirse del caparazón de su arrogancia y comodidad e imaginarse – como lo hago yo – lo siguiente: “¿Y si fuera mi hijo mexicano unos de 70,000 niños buscando refugio en los EUA o a punto de ser deportado?”   

Mi consejo: Búscate amigas con mejor juicio y conciencia y con parientes mejor educadas y más inteligentes.



Thursday, January 1, 2015

CARTA ABIERTA AL MUNDO HISPANO

1 de enero, 2015

La situación tan desesperada que experimentamos a diario tantos miembros del Mundo Hispano – desde los Pirineos hasta Gibraltar, desde Tijuana hasta Tierra del Fuego, y en tantas comunidades hispanas en los EUA – exige un análisis sincero, detallado, tan frío y racional en su calidad y criterio como un tratado científico pero a la vez impulsado e impregnado por esa pasión poética y empatía humana tan característica de nuestras artes y letras y por las cuales somos reconocidos mundialmente. Ciencia y arte, razón y pasión han sido, respectivamente, la vela y el viento tras la serie que presento ante Ustedes titulada “Crónicas De Una Tormenta Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del Mundo Hispano y la Biopsicofilosofía Cultural.

El análisis al que me refiero, y el que he efectuado a lo largo de la serie anterior, no puede limitarse exclusivamente a factores externos a nosotros mismos; no puede reservarse a factores que excluyan en qué medida nosotros mismos somos causa y consecuencia de nuestra propia condición, de nuestra propia miseria. La cadena es tan fuerte como sus eslabones más débiles y por lo tanto, para asegurar su utilidad, son esos eslabones los primeros que hay que escrutar y descubrir con la misma implacable intensidad con la cual nos asedia esta oleada de violencia social, corrupción política e inseguridad social.  Esencialmente, si algún día queremos relegar este diluvio de miseria a nuestro pasado histórico, vamos a tener que hacer un inventario honesto y crítico de los defectos de nuestro presente y aceptar las grandes verdades que ese inventario nos revela: sean cuales fueran. De no ser así, el pasado seguirá determinando nuestro presente y nuestro presente seguirá pronosticando nuestro futuro.

Si algún día vamos a asumir un puesto de dignidad – y no de lástima compasiva – entre aquellos países prósperos de la comunidad internacional que usualmente conocemos como el Primer Mundo, es hora de que seamos dignos de la misma, de que dejemos a un lado las fantásticas ilusiones propias de niños y adolescentes y nos dirijamos como adultos maduros y racionales – eso implica por necesidad, examinar las diferencias culturales – creencias, hábitos, costumbres, principios, valores, etc., entre nuestros pueblos y otros pueblos prósperos, seguros, y estables del Primer Mundo como el japonés, el holandés, el alemán, el sueco o el noruego. Estas diferencias culturales son en buena parte responsables por la disparidad entre la realidad diaria – política, económica, y social – que nosotros sufrimos comparada con la que ellos disfrutan.

La primera línea de defensa de un país en cuanto a las libertades y los derechos de sus ciudadanos es su educación – y es ahí donde primera y principalmente fallamos. La educación no es lo mismo que formación profesional, sino que es esencial para la comprensión de la realidad de uno mismo y del universo que te rodea. No es casualidad que la calidad de los sistemas educativos de los países mencionados anteriormente conste de los mejores del mundo, mientras que la calidad de los sistemas educativos de los países hispanos se encuentre entre los más bajos de los países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Mientras que estos países del Primer Mundo han sido o bien generadores o bien beneficiarios del resultado de siglos de producción intelectual por parte de las mentes científicas, filosóficas más brillantes de la historia del planeta, la intelectualidad del mundo hispano ha permanecido estancada bajo el velo obscuro y opresivo de la religión. 

Dos frases, ambas originarias de destacadas figuras españolas del siglo pasado, captan esencialmente este estado de decadencia intelectual responsable por nuestro atraso a través de los siglos: “¡Que inventen ellos!”, por el escritor Miguel de Unamuno en referencia al desdén que la cultura hispana manifiesta hacia la ciencia y la tecnología; y “En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”, por Manuel Hazaña, ex-presidente de España. Eso hemos heredado: un obscurantismo religioso que nos mantiene intelectualmente atrofiados, acompañado por un desprecio por la lectura (por ende por la filosofía), por las ciencias, y por el emprendimiento tecnológico, todo lo cual en conjunto se refleja en la realidad que nos engulle y consume. Como consecuencia los miembros de los países hispanos y de las comunidades hispanas en países de Primer Mundo como los EUA, han heredado mentalmente, por cultura, una visión anticuada, obscurantista tanto de su propia realidad como seres humanos como de ciudadanos del mundo del Siglo XXI.

Nadie se vuelve ni popular ni rico escribiendo verdades que los demás no quieren oír. Pero zapatero a sus zapatos. Dejaré la popularidad a los cantantes y a los políticos, y la opulencia a los explotadores de la ignorancia del Pueblo, a mí me toca aquello para lo cual he sido preparado toda mi vida: enseñar.  Con este propósito en mente y en acción, estoy donando gratuitamente el primer tomo de “Crónicas De Una Tormenta Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del Mundo Hispano y la Biopsicofilosofía Cultural” como el primer paso para efectuar ese indispensable despertar de un Pueblo adormecido y embrutecido por siglos de explotación y represión intelectual.

El filósofo taoísta Lao Tzu dijo, “El viaje de mil leguas comienza con un solo paso”. Similarmente la travesía del Pueblo Hispano al siglo XXI no puede lograrse de la noche a la mañana; igualmente muchos, adoctrinados por siglos de abstinencia intelectual, rechazarán de antemano cualquier aprendizaje que cuestione sus creencias. Siglos atrás, el 22 de junio de 1633, Galileo fue obligado por la Iglesia a retractar públicamente sus teorías basadas en sus observaciones científicas. Casi cuatrocientos años más tarde, el grado de retraso intelectual de la mayoría del Pueblo Hispano es tal que la Iglesia no precisaría obligar a nadie a un retracción pública: el mismo Pueblo Hispano adoctrinado rechazaría de pleno la enseñanza. Esa es la medida de retraso que caracteriza al Pueblo Hispano, que es responsable por nuestro estado de violencia social, de corrupción política y de pobreza económica, y que nos separa de los pueblos más prósperos, estables y seguros del Primer Mundo. Consideremos la siguiente cita también del ex-presidente español Manuel Hazaña y apliquémoslo al Mundo Hispano entero: “Si los españoles hablásemos sólo de lo que sabemos, se generaría un inmenso silencio, que podríamos aprovechar para el estudio.”

Una nación se forma principalmente por la calidad de sus ciudadanos, no por la decadencia de sus políticos. Cierro esta Carta Abierta con un párrafo del Epílogo de “Crónicas De Una Tormenta Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del Mundo Hispano y la Biopsicofilosofía Cultural”:

La palabra “república” proviene del latín “res publica” que significa literalmente “cosa pública”, es decir, perteneciente al pueblo.  Se refiere al tipo de gobierno según el cual la nación, sus defectos y virtudes, sus escaseces y recursos, su pasado, presente y futuro forman parte de un patrimonio público. Para que una república funcione, y sobre todo para que una república democrática funcione, es indispensable que los ciudadanos se formen, desde su tierna infancia, para ser dignos y competentes con esa responsabilidad. Es imprescindible que se formen con un conocimiento de sí mismos, de su historia, y de la realidad nacional e internacional que los rodea, con una autodisciplina que fomente un autocontrol sobre sus pasiones e impulsos, y con un sentido de responsabilidad con respecto a ese patrimonio que han heredado de sus antepasados y que heredarán a las generaciones futuras. Para lograrlo es imprescindible que se eduquen en una tradición racional – o sea, filosófica – que conlleve un examen objetivo de sus creencias, de sus normas, de sus actitudes, de sus predisposiciones y conductas, y ante todo de su estado de competencia – o de incompetencia – con respecto al resto de los países de la comunidad mundial con los cuales conviven, interrelacionan y compiten. Mi estudio de la historia mundial y en particular de la cultura hispana me ha llevado a la conclusión de la verdad tras las palabras del escritor y filósofo francés Joseph de Maistre cuando dijo: “Toute nation a le gouvernement qu'elle mérite” – “Toda nación recibe el gobierno que se merece”. Eso es doblemente cierto para una república democrática.


Les saluda atentamente,
Shodai Sennin J. A. Overton-Guerra
   
http://cronicasdeunatormentaperfecta.blogspot.mx/2014/12/presentacion-la-serie.html