1 de enero, 2015
La situación tan desesperada que experimentamos a diario
tantos miembros del Mundo Hispano – desde los Pirineos hasta Gibraltar, desde
Tijuana hasta Tierra del Fuego, y en tantas comunidades hispanas en los EUA – exige
un análisis sincero, detallado, tan frío
y racional en su calidad y criterio como un tratado científico pero a la
vez impulsado e impregnado por esa pasión
poética y empatía humana tan característica de nuestras
artes y letras y por las cuales somos reconocidos mundialmente. Ciencia y arte,
razón y pasión han sido, respectivamente, la vela y el viento tras la serie que
presento ante Ustedes titulada “Crónicas
De Una Tormenta Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del
Mundo Hispano y la Biopsicofilosofía Cultural.”
El análisis al que me refiero, y el que he
efectuado a lo largo de la serie anterior, no puede limitarse exclusivamente a
factores externos a nosotros mismos; no puede reservarse a factores que
excluyan en qué medida nosotros mismos somos causa y consecuencia de nuestra
propia condición, de nuestra propia miseria. La cadena es tan fuerte como sus
eslabones más débiles y por lo tanto, para asegurar su utilidad, son esos
eslabones los primeros que hay que escrutar y descubrir con la misma implacable
intensidad con la cual nos asedia esta oleada de violencia social, corrupción
política e inseguridad social.
Esencialmente, si algún día queremos relegar este diluvio de miseria a
nuestro pasado histórico, vamos a tener que hacer un inventario honesto y
crítico de los defectos de nuestro presente y aceptar las grandes verdades que
ese inventario nos revela: sean cuales fueran. De no ser así, el pasado seguirá
determinando nuestro presente y nuestro presente seguirá pronosticando nuestro
futuro.
Si algún día vamos a asumir un puesto de
dignidad – y no de lástima compasiva – entre aquellos países prósperos de la
comunidad internacional que usualmente conocemos como el Primer Mundo, es hora
de que seamos dignos de la misma, de que dejemos a un lado las fantásticas
ilusiones propias de niños y adolescentes y nos dirijamos como adultos maduros
y racionales – eso implica por necesidad, examinar las diferencias culturales –
creencias, hábitos, costumbres, principios, valores, etc., entre nuestros
pueblos y otros pueblos prósperos, seguros, y estables del Primer Mundo como el
japonés, el holandés, el alemán, el sueco o el noruego. Estas diferencias
culturales son en buena parte responsables por la disparidad entre la realidad diaria
– política, económica, y social – que nosotros sufrimos comparada con la que
ellos disfrutan.
La primera línea de defensa de un país en cuanto
a las libertades y los derechos de sus ciudadanos es su educación – y es ahí
donde primera y principalmente fallamos. La educación no es lo mismo que formación
profesional, sino que es esencial para la comprensión de la realidad de uno
mismo y del universo que te rodea. No es casualidad que la calidad de los
sistemas educativos de los países mencionados anteriormente conste de los
mejores del mundo, mientras que la calidad de los sistemas educativos de los
países hispanos se encuentre entre los más bajos de los países pertenecientes a
la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Mientras
que estos países del Primer Mundo han sido o bien generadores o bien
beneficiarios del resultado de siglos de producción intelectual por parte de
las mentes científicas, filosóficas más brillantes de la historia del planeta,
la intelectualidad del mundo hispano ha permanecido estancada bajo el velo
obscuro y opresivo de la religión.
Dos frases, ambas originarias de destacadas figuras
españolas del siglo pasado, captan esencialmente este estado de decadencia
intelectual responsable por nuestro atraso a través de los siglos: “¡Que inventen ellos!”, por el escritor
Miguel de Unamuno en referencia al desdén que la cultura hispana manifiesta
hacia la ciencia y la tecnología; y “En
España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”, por
Manuel Hazaña, ex-presidente de España. Eso hemos heredado: un obscurantismo
religioso que nos mantiene intelectualmente atrofiados, acompañado por un
desprecio por la lectura (por ende por la filosofía), por las ciencias, y por
el emprendimiento tecnológico, todo lo cual en conjunto se refleja en la
realidad que nos engulle y consume. Como consecuencia los miembros de los
países hispanos y de las comunidades hispanas en países de Primer Mundo como
los EUA, han heredado mentalmente, por cultura,
una visión anticuada, obscurantista tanto de su propia realidad como seres humanos
como de ciudadanos del mundo del Siglo XXI.
Nadie se vuelve ni popular ni rico escribiendo
verdades que los demás no quieren oír. Pero zapatero a sus zapatos. Dejaré la
popularidad a los cantantes y a los políticos, y la opulencia a los explotadores
de la ignorancia del Pueblo, a mí me toca aquello para lo cual he sido
preparado toda mi vida: enseñar. Con este propósito en mente y en acción, estoy
donando gratuitamente el primer tomo de “Crónicas
De Una Tormenta Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del
Mundo Hispano y la Biopsicofilosofía Cultural” como el primer paso para
efectuar ese indispensable despertar de un Pueblo adormecido y embrutecido por
siglos de explotación y represión intelectual.
El filósofo taoísta Lao Tzu dijo, “El viaje de
mil leguas comienza con un solo paso”. Similarmente la travesía del Pueblo
Hispano al siglo XXI no puede lograrse de la noche a la mañana; igualmente
muchos, adoctrinados por siglos de abstinencia intelectual, rechazarán de
antemano cualquier aprendizaje que cuestione sus creencias. Siglos atrás, el 22
de junio de 1633, Galileo fue obligado por la Iglesia a retractar públicamente
sus teorías basadas en sus observaciones científicas. Casi cuatrocientos años
más tarde, el grado de retraso intelectual de la mayoría del Pueblo Hispano es
tal que la Iglesia no precisaría obligar a nadie a un retracción pública: el
mismo Pueblo Hispano adoctrinado rechazaría de pleno la enseñanza. Esa es la
medida de retraso que caracteriza al Pueblo Hispano, que es responsable por
nuestro estado de violencia social, de corrupción política y de pobreza
económica, y que nos separa de los pueblos más prósperos, estables y seguros
del Primer Mundo. Consideremos la siguiente cita también del ex-presidente
español Manuel Hazaña y apliquémoslo al Mundo Hispano entero: “Si los españoles hablásemos sólo de lo que
sabemos, se generaría un inmenso silencio, que podríamos aprovechar para el
estudio.”
Una
nación se forma principalmente por la calidad de sus ciudadanos, no por la decadencia
de sus políticos. Cierro esta Carta Abierta con un párrafo del Epílogo de “Crónicas De Una Tormenta
Perfecta: La Narcorrevolución, la Crisis Internacional del Mundo Hispano y la
Biopsicofilosofía Cultural”:
La palabra “república” proviene del latín “res publica” que significa literalmente
“cosa pública”, es decir, perteneciente
al pueblo. Se refiere al tipo de
gobierno según el cual la nación, sus defectos y virtudes, sus escaseces y
recursos, su pasado, presente y futuro forman parte de un patrimonio público.
Para que una república funcione, y sobre todo para que una república democrática funcione, es indispensable
que los ciudadanos se formen, desde su tierna infancia, para ser dignos y
competentes con esa responsabilidad. Es imprescindible que se formen con un
conocimiento de sí mismos, de su historia, y de la realidad nacional e
internacional que los rodea, con una autodisciplina que fomente un autocontrol
sobre sus pasiones e impulsos, y con un sentido de responsabilidad con respecto a ese patrimonio que han heredado de
sus antepasados y que heredarán a las generaciones futuras. Para lograrlo es
imprescindible que se eduquen en una tradición racional – o sea, filosófica – que conlleve un examen
objetivo de sus creencias, de sus normas, de sus actitudes, de sus
predisposiciones y conductas, y ante todo de su estado de competencia – o de
incompetencia – con respecto al resto de los países de la comunidad mundial con
los cuales conviven, interrelacionan y compiten. Mi estudio de la historia
mundial y en particular de la cultura hispana me ha llevado a la conclusión de
la verdad tras las palabras del escritor y filósofo francés Joseph de Maistre
cuando dijo: “Toute nation a le
gouvernement qu'elle mérite” – “Toda
nación recibe el gobierno que se merece”. Eso es doblemente cierto para una
república democrática.
Les saluda atentamente,
Shodai Sennin J. A.
Overton-Guerra
He aqui al hispano, una clase de seres humanos que se deja dominar por sus emociones y placeres. Una clase de seres humanos que quieren salir adelante y para ello huyen de sus naciones para hacer el verdadero ridiculo en otras.
ReplyDeleteCon el sistema educativo por los suelos (y teniendo en cuenta que no leen nada util en su mayoria) no se puede esperar que estas personas vayan a poder realmente hacer nada mas con su vida que vivir del salario minimo. Eso no es nada facil, es cierto, partirse la espalda todos los dias por unos 'pesitos' requiere de mucho esfuerzo. Pero llegando a su casa, o quizas a un 'antro', en su "tiempo libre" se dedican a solo una cosa: pasarla bien.
Reir, disfrutar, bailar, ect... En la mayoria de los casos es la norma y solo sirve para evadir la realidad temporalmente (pueden huir pero no esconderse).
Las verdades son necesarias, son duras e incomodan a cualquiera. Le hacen sentir 'mal' por que sabe que son ciertas, le acosan cada dia y noche de su vida. Sin embargo la mente humana es brillante a la hora de olvidarse de lo que esta viviendo y retirarse a una fantasia donde "los buenos ganan". Pero aun dentro de esa fantasia olvidan algo muy importante: los hispanos no son buenos. Los hispanos son causantes y victimas de una narcorrevolucion, sus hijos juegan a ser narcos y sicarios o sino se desentienden por completo del resto de su nacion y se enajenan a cierta esfera de seguridad y ningun heroe se comporta de esa manera.
El papel que la comunidad hispana juega en la esfera global está conformado casi en su totalidad por el aspecto criminal de la sociedad. Alguien podría decir: "Pero sí hemos aportado al mundo de manera positiva". Mi repuesta a esa persona es que sí, lo hemos hecho, pero en una cantidad muy pequeña comparado con las naciones de la angloesfera. Además el criterio hispano de "lo que está bien o es bueno" no es el más acertado. No importa si eres buena persona o no, si eres humilde o no, si eres noble o no, si pasas tiempo con tu familia o no, si asistes a la iglesia todos los domingos o no: ¡NO! EL MUNDO MODERNO SE RIGE POR RESULTADOS, POR LO QUE UN INDIVIDUO -O UN CONJUNTO DE INDIVIDUOS- PUEDE APORTAR. A pesar de que muchos hispanos se definen a sí mismos como buenas personas la realidad es otra: somos los países más violentos, más inestables, más corruptos y más ignorantes.
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ReplyDeleteLa hispanidad siempre ha estado estancada en una cosmovisión incompatible con la realidad y con el mundo moderno. La alta religiosidad, la ausencia de una clase intelectual, la falta de una tradición filosófica, científica-empírica: todos, representados en las actitudes y acciones de la población hispana. La revolución ideológica que el mundo hispano precisa debe ser capaz de sustraer la cultura que acecha y que lo ha acechado desde su creación. Como he dicho en otra ocasión: "Más balas no ayudarán en nada, solo empeorarán su actual estado de crisis".
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